DELINCUENTES PRESOCIAL, ANTISOCIAL Y ASOCIAL, SEGÚN EL PSICOANÁLISIS.
Una clasificación de delincuentes realizada por el psicoanálisis, en la que los agrupa en presociales, antisociales y asociales, puede ser de mucha utilidad, para entender de forma general el delito y los delincuentes desde esta perspectiva particular.
Los primeros, los delincuentes presociales, son una especie de personalidad débil, tienen un superyó también débil, por lo que son prácticamente arrastrados por otros delincuentes al crimen, o sucumben ellos solos, ante cualquier tentación del delito, pues el superyó no alcanzó a establecer las barreras sociales y culturales necesarias para resistir alguna tentación o sugestión de un tercero para cometer un delito. Esos individuos tienen un superyó infantil y un yo débil para controlar las tendencias del ello, ante las que sucumben muy a menudo.
“El tipo presocial comprende individuos inmaduros y fácilmente sugestionables que vacilan en depender tanto de los ideales de la mayoría como de los de la minoría de la sociedad.” (Jiménez, 1982. Pág. 76)
Tratan de conseguir favores de las autoridades y traicionan a sus compañeros. No se comprometen, son vacilantes y cambiantes, pues no tienen un carácter que les permita resistirse a las tentaciones, o tener una postura sostenida sobre determinada situación.
Los delincuentes presociales pueden ser el resultado de un hogar en el que los padres son débiles y sin carácter, y la madre es dominante. “El resultado parece ser el fracaso de la identificación paterna y la persistencia emocional del individuo en una etapa infantil.” (Jiménez, 1982. pág. 77)
Los presociales también pueden surgir de hogares en los que los padres son muy fuertes, y madre débil y tímida, no se produce una identificación con el padre, y queda en estado de dependencia pasiva y femenina frente al padre. (Jiménez, 1982. Pág. 77)
En síntesis, los delincuentes presociales no forjaron su carácter, y por ello, son personas inmaduras y fácilmente sugestionables, y por ello, se dejan arrastrar por la vida, carecen de autonomía, coherencia y compromiso, y pueden ser arrastrados al crimen por terceros, o sucumben a cualquier tentación de realizar uno por su propia cuenta.
Un ejemplo de esta clase de delincuentes son los delincuentes callejeros de poca monta, que representan una inmadurez absoluta en su forma de vivir, el delito es para ellos una diversión o un entretenimiento. Les da lo mismo asaltar a un pequeño establecimiento comercial, o asaltar a una abuelita, o quitarle un dulce a un niño. Sus delitos denotan su falta de consciencia social, son unos irresponsables inmaduros. También se puede citar como ejemplo, el accionar de una pandilla de barrio, conformada por menores de edad, que agreden, humillan o insultan a personas por pura diversión. Aunque la inmadurez esta dada por la edad, existen personas mayores de edad, con la madurez de un niño, y ellos también son delincuentes asociales.
Por otra parte, se encuentra el delincuente antisocial, es aquel que teniendo una educación muy estricta o tiránica por parte de un padre (madre), genera una resistencia absoluta a la sociedad o al convencionalismo impuesto. Defiende su posición a ultranza, y por tanto, también el castigo como consecuencia de suposición.
El padre es fuerte y brutal, y el trata de apaciguarlo, hasta que se revela con ayuda de otros, y puede desarrollar su permanente actitud de desafío.
Tipo antisocial, no experimentan culpa, están siempre dispuestos a lucha contra la autoridad y son capaces de hacer cualquier sacrificio y aceptar todo castigo en defensa de sus ideales (Jiménez, 1982 pág. 77).
Son ejemplos de este tipo de delincuentes, aquellos que cometen el delito como forma de protesta a la sociedad, y lo soportan en sus ideales. Roban porque existe mucha pobreza y los ricos no se compadecen de los pobres. Matan a personas despreciables y que hacen mucho daño a otras personas. Son corruptos porque las cosas funcionan así, porque el vivo, vive del bobo. Luchan contra las injusticias de la sociedad, contra la corrupción del Estado, contra las clases oligarcas, y para combatir un mundo podrido y desigual.
De esta forma, un ladrón que se autoproclama como un Robín Hood de los pobres, o los guerrilleros y rebeldes que secuestran a personas ricas que ellos consideran como causantes de las injusticias, para que paguen parte de lo que se roban. Los pandilleros de un barrio que se creen los héroes de la comunidad al mantener un orden que la policía corrupta no logra, y que defienden a la comunidad de otras pandillas.
Por último, se encuentra el delincuente asocial, que es el que todo lo mira como un negocio, es el delincuente sin freno alguno, y que satisface sus instintos. Tiene un superyó débil y un yo muy desarrollado, pues se adaptan a las situaciones para sacar provecho.
Tienen un yo muy fuerte, puesto que son capaces de calcular hábilmente lo que más les conviene y modificar o inhibir las tendencias del ello de acuerdo con la realidad. (Jiménez, 1982 pág. 78)
Tiene un complejo narcisista, al no haber sido puestos en su lugar por la madre, creen que por miedo de la agresión pueden conseguir siempre lo que desean (Jiménez, 1982 pág. 78).
Son ejemplos de estos delincuentes los líderes de las organizaciones criminales que ven en el tráfico de drogas o el tráfico de personas un negocio y no un acto abominable. Son las organizaciones criminales que se dedican a matar personas a cambio de una paga de un servicio. Son las organizaciones criminales que extorsionan a los comerciantes, y los ven como meros ingresos de las organizaciones, y se preocupan cuando la gente no paga, aumentando la agresividad en las extorsiones para que la gente cumpla. Son los políticos corruptos que ven en los fondos públicos como suyos, y la función pública como una forma de enriquecerse, más que servir a la sociedad, el corrupto que observa el presupuesto público, como parte de su patrimonio, y una forma de pagar sus compromisos políticos.
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