EL DELITO Y LA
INTELIGENCIA EMOCEMOCIONAL DE GOLEMAN.
PUNTO
DE PARTIDA: TENEMOS DOS MENTES.
El
punto de partida de la inteligencia emocional es plantear que todos tenemos dos
mentes, una que piensa y otra que siente:
“Una mente racional, es la forma de comprensión de
la que somos típicamente conscientes: más destacada en cuanto a la consciencia,
reflexiva, capaz de analizar y meditar. Pero junto a este existe otro sistema
de conocimiento, impulsivo y poderoso, aunque a veces ilógico: la mente
emocional” (Goleman, 2023, pag. 27)
Sobre
la mente emocional, hay que tener en cuenta, que es en gran parte la que nos
mantiene con vida, pues como menciona Goleman (2023. Pág. 26) “parece surgir de
eones de la ventaja evolutiva de que las emociones y las intuiciones guían
nuestra respuesta instantánea en situaciones en las que nuestra vida está en peligro,
y en las que detenerse a reflexionar en lo que debemos hacer podría costarnos
la vida.” Por lo anterior, encontramos que ante un estímulo de peligro, la
mente emocional actúa más rápido, pero es imprecisa, pues reacciona sin mucha
reflexión o cálculo, por ejemplo, ante un estallido, una persona se tira al
piso pensando que era un disparo de un arma, pero resulta que era la explosión
de un globo. En su defecto, la mente racional, depura la información, calcula y
busca dentro de las alternativas, cuál es la mejor reacción.
Por
regla general las dos mentes se encuentran coordinadas y “existe un equilibrio
entre la mente emocional y racional, en el que la emoción alimenta e informa
las operaciones de la mente racional, y la mente racional depura y a veces veta
la energía de entrada de las emociones.” (Goleman, 2023. Pág. 27). Sin embargo,
entre más intenso sea un sentimiento, más dominante se vuelve la mente
emocional, y en efecto, “los sentimientos son esenciales para el pensamiento, y
el pensamiento lo es para sentimiento. Pero cuando aparecen las pasiones, la
balanza se inclina: es la mente emocional la que domina y aplasta la mente
racional.” (Goleman, 2023. Pág. 28)
Lo
anterior, tiene una base científica en la forma en cómo evolucionó nuestro cerebro,
que creció de abajo hacía arriba, donde primero surgió el cerebro emocional, y
luego fueron surgiendo el lóbulo olfativo, la capa límbica, y la neocorteza, que
es la última capa que surgió en el Homo sapiens, que es “el asiento del
pensamiento; contiene los centros que compran y comprenden lo que perciben los
sentidos. Añade a un sentimiento lo que pensamos sobre él, y nos permite tener
sentimientos con respecto a las ideas, el arte, los símbolos y la imaginación.”
(Goleman, 2023. Pág. 30). Lo anterior permite que exista un gran poder de la
mente emocional porque “las zonas emocionales están entrelazadas a través de innumerables
circuitos que ponen en comunicación todas las partes de la neocorteza. Esto da
los centros emocionales un poder inmenso para influir en el funcionamiento del
resto del cerebro… incluidos sus centros de pensamientos” (Goleman, 2023. Pág.
31). La diferencia que introduce la neocorteza, es lo que nos hace humanos,
pues mientras un animal ante un estimulo puede reaccionar, o atacando o
huyendo, un ser humano tiene, más alternativas, atacar, huir, negociar, pedir
ayuda, dialogar, someterse, vengarse, etc. La mayor cantidad de alternativas
hace la diferencia entre un ser humano y otros seres vivos.
Desde
este punto de partida, podemos entender que el ser humano tiene pensamientos y
sentimientos, y que en muchas ocasiones, puede actuar de forma reflexiva, pero
en otras, puede actuar de forma impulsiva, y de que ambas formas de actuar
dependen del individuo, con el manejo de sus emociones. Y de que sus reacciones
son naturales e incluso biológicas.
Ahora
bien, desde el punto de vista conductual también se debe señalar, que el ser
humano requiere de las dos mentes, pues la capacidad de raciocinio no es
suficiente para guiar todos los aspectos de la vida, pues muchas dependen de la
forma en como percibimos y manejamos nuestras propias emociones y las de los
demás. Así por ejemplo, un hombre muy inteligente, por falta de emociones,
puede llevar un matrimonio a la desgracia, por no saber mantener una relación
afectiva sana con su esposa. Un padre muy inteligente en los negocios, puede padecer
de una muy mala relación con sus hijos, si no es capaz de brindar afecto a sus
hijos de forma sana. Por ello se plantea que:
“En cierto sentido, tenemos dos cerebros, dos
mentes y dos clases diferentes de inteligencia: la racional y la emocional. Nuestro
desempeño en la vida está determinado por ambas; lo que importa no es solo el
cociente intelectual sino también la inteligencia emocional. En efecto, el intelecto
no puede operar de manera óptima sin la inteligencia emocional. (…)
Esto invierte la antigua comprensión de la tensión
entre razón y sentimiento: no se trata de que queramos suprimir la emoción y
colocar en su lugar la razón, como afirmaba Erasmo, sino encontrar el
equilibrio inteligente entre ambas.” (Goleman, 2023. Pág. 49)
En
relación con el delito, vamos a ver, cómo los planteamientos de la inteligencia
emocional, nos permiten dar explicaciones a comportamientos delictuales.
LA
IRA COMO CAUSA DEL DELITO.
La
ira es uno de los sentimientos más dominantes de la razón, y de los más
difíciles de controlar. Las personas que no dominan la ira, tienden a resolver
todos sus conflictos a través de la violencia, al no encontrar otras
alternativas diferentes.
La
ira puede ser un sentimiento que surge de un arranque de furia frente a una
acción de un tercero, o puede ser una ira calculada, ya racionalizada como la
venganza, en la que se calcula en que forma se va a retribuir la ofensa (Goleman,
2023. Págs. 81 y 82)
Garrido
(2018), citando a Salazar (en Garrido, 2018. pág 112), también diferencia la
ira de la venganza muy similar a como lo hace Coleman:
“Salazar diferenció la ira de la venganza:
consideró que un agresor había actuado por ira cuando la reacción violenta era
inmediata tras ocurrir un suceso estresor o detonante de la acción homicida, y
por tanto no se trataba de una respuesta pausada y determinada; en cambio, la
venganza se valoró cuando existió una pausa emocional entre el suceso desencadenante
y la acción delictiva, en cuyo caso el sujeto planifica la agresión y comete el
crimen después de haber transcurrido cierto tiempo.”
El
origen de la ira, es la sensación de encontrarse en peligro:
“El peligro puede estar signado no solo por la amenaza
física absoluta sino también, simbólica a la autoestima o a la dignidad: ser
tratado de forma injusta o ruda, ser insultado o menospreciado, quedar
frustrado en la búsqueda de un objetivo importante. Estas percepciones actúan
como el gatillo instigador de una oleada límbica que tiene un efecto real sobre
el cerebro. Una parte de esa oleada es la liberación de catecolaminas, que
generan un rápido e intermitente ataque de energía, suficiente para un curso de
acción vigorosa, como lo expresa Zillmann, como el del ataque o la fuga.” (Goleman,
2023. Pág. 83)
De
esta forma, la ira se alimenta de pensamientos negativos que mantienen el
sentimiento por un tiempo prolongado después del suceso que la generó. Así por
ejemplo, si alguien se le dio por hablar mal a tus espaldas, en tu cerebro
comienzan a aparecer pensamientos como, “¿él qué se cree?”, “¿como se atreve a
hacerme esto?”, “tanto que me dijo que podía confiar en él”. Esos pensamientos
inundan la cabeza, y extienden el estado de ira, además el cerebro sufre un
estimulo aderenocortical, “manteniendo el cerebro emocional en disposición
especial para la excitación y convirtiéndose en un fundamento sobre el cual se construyan
las reacciones subsiguientes con especial rapidez.” (Goleman, 2023 pág. 83) Lo anterior
explica:
“…, si alguien ha tenido un día difícil en el
trabajo será especialmente vulnerable a sentirse furioso más tarde en su caso
por algo -por ejemplo, que los chicos se muestren revoltosos o ruidosos- que
bajo otras circunstancias no sería lo suficientemente poderoso para provocar un
asalto emocional.” (Goleman, 2023. Pág. 83)
El
proceso de la ira se genera a partir de un suceso provocador de la ira, que se
va acumulando, y la va potencializando hasta lograr un estallido:
“Cada ola cabalga sobre los restos de la anterior,
intensificando rápidamente el nivel de excitación fisiológica. Un pensamiento
que se produce más tarde en esta intensificación dispara una intensidad de la
ira mucho mayor que el que se produce en el comienzo. La ira se construye sobre
la ira; el cerebro emocional se entona. Para entonces la ira, libre de las
trabas que impone la razón, estalla fácilmente en una reacción violenta.
En este punto la persona se vuelve implacable y es
imposible razonar con ella; sus pensamientos giran en torno a la venganza y la
represalia y no le importa cuáles podrían ser las consecuencias. Este elevado
nivel de excitación, dice Zillmann, alimenta una ilusión de poder e
invulnerabilidad que puede inspirar y facilitar la agresión mientras la persona
enfurecida, al carecer de una guía cognitiva, vuelve a caer en la respuesta más
primitiva. El impulso límbico es creciente; las lecciones más duras de la
brutalidad de la vida se convierten en una guía para la acción.” (Golemán, 2023.
Pág. 84))
En
un estudio realizado por el profesor Vicente Garrido, se estableció que la
mayor causa o justificaciones de los asesinatos múltiples era la ira y la
venganza. Menciona Garrido, (2018, pag. 53):
“Los que matan por frustración, ira y venganza: es
la motivación esencial de los asesinos múltiples (…) los asesinos por venganza
se ven atraídos a esta acción porque precisamente matar es un acto de
retribución que implica tener el control y el poder de la situación. (…) los
asesinos múltiples buscan afirmar una nueva identidad donde sentirse poderosos
mediante la planificación y ejecución del acto de venganza, es decir del
homicidio múltiple.”
Y
más adelante establece de acuerdo con un estudio que de 31 delincuentes
juzgados por asesinatos múltiples,
“27 agresores habían vivido una situación que
precipitó la agresión (el 87%): por ejemplo, la discusión previa con alguna de
las víctimas, la expulsión de un local, la recaída en el consumo de drogas o el
rechazo por parte de la víctima. Uno de los desencadenantes más frecuentes fue
el relacionado con problemas en la relación de pareja, como discusión,
infidelidad o ruptura, así como la discusión previa con las víctimas fuer del
ámbito de la pareja, ambos con siete casos.
En resumen, el móvil mayoritario en el asesino
múltiple en España son la ira y la venganza, y estas se proyectan sobre las
personas que aquél entiende que le han ofendido o traicionado” (Garrido, 2018, pág.
113)
En
este aparte, encontramos nuevamente que la ira se detona en momentos previos a
la explosión, incluso con personas diferentes sobre las cuales se descarga,
haciendo una proyección hacia las víctimas, del agravio o del hecho
desencadenador de la ira.
LA
AGRESIVIDAD SE TRANSMITE DE GENERACIÓN EN GENERACIÓN.
La
falta de alternativas diferentes para resolver los problemas, y la falta de
empatía, son generadores de agresiones físicas producidas por la ira. Los niños
más pendencieros en la escuela, tienen grandes probabilidades de fracaso
escolar y de una vida de criminalidad (Goleman, 2023. Pág. 231). Esos niños que
agreden a otros niños, e inician constantemente peleas y riñas, son en su gran
mayoría consecuencia de lo que aprenden en sus hogares, donde
desafortunadamente los padres implementan un régimen de disciplina severos, que
a su vez heredaron de sus padres (Goleman, 2023. Pág. 231)
“Por supuesto, estos niños tratan a los demás como
los han tratado a ellos. Y la insensibilidad de estos niños maltratados es
sencillamente una versión más extrema de la que se ve en niños cuyos padres son
críticos, amenazadores y duros en los castigos que imponen. Estos niños también
suelen mostrarse despreocupados cuando sus compañeros se lastiman o lloran;
parecen representar un extremo de una serie continua de frialdad que alcanza su máxima expresión
con la brutalidad de los niños maltratados. A medida que avanzan en la vida,
como grupo tienen más probabilidades de encontrar dificultades cognitivas en el
aprendizaje (no es de extrañar, teniendo en cuenta que su crueldad en el
preescolar es un presagio del futuro), son más propensos a la depresión y, como
adultos, tienen más probabilidades de meterse en problemas con la ley y cometer
más crímenes violentos.” (Goleman, 2023. Pag. 234)
En
muchas ocasiones el tratamiento de los niños, depende del humor de los padres,
más que de los hechos que realizan, así por ejemplo, si los padres están de
buen humor, y los niños realizan hechos graves, puede que no sean castigados
tan severamente. Sin embargo, si los padres están de mal humor, puede que una
pequeña travesura sea castigada duramente (Goleman, 2023. Pag. 232)
El
maltrato infantil y la arbitrariedad con que se imponen los castigos, genera
una confusión en los niños, donde ven en todo momento una amenaza de que en
cualquier momento alguien los va a golpear, y por ello, siempre se encuentran
en estado de alerta y excitación (Goleman, 2023. Pág. 232).
Lo
anterior explica, que estos niños al ir a los colegios, se encuentren siempre a
la defensiva de sus compañeros, dispuestos a reaccionar agresivamente, frente a
amenazas reales o imaginarias, donde distorsionan la realidad, dándole mayor
gravedad a amenazas reales, o transforman en sus mentes un hecho común como una
agresión de la cual deben defenderse.
“Esta precipitación en el juicio testimonia la
presencia de profundos prejuicios perceptivos en gente que es inusualmente
agresiva: actúan sobre la base de la existencia de hostilidad o de amenazas,
prestándole muy poca atención a lo que realmente esta ocurriendo. Una vez que
deciden que una amenaza se cierne sobre ellos, saltan por encima de todo y
pasan a la acción. (…) su presunción es la de que existe malevolencia, antes
que inocencia; su reacción es de automática hostilidad. Esta percepción de ser
objeto de una acción hostil va simultáneamente entrelazada a una agresión
igualmente automática; (…) Cuando más actúan de esta forma esta clase de niños,
más fácilmente reaccionan con agresión automática y más se reduce el repertorio
de alternativas a su alcance, tales como la cortesía o la broma.” (Goleman,
2023. Pág. 272)
Los
niños en estas condiciones, son aislados de las relaciones con sus compañeros,
pues nadie quiere ser agredido, por lo cual, lo evitan y lo aíslan, lo que le
impide a los agresores, comprender otras formas de comunicación personal, y
aprender alternativas diferentes a la violencia para resolver sus problemas.
Igualmente, los agresores terminan metiéndose en problemas, y terminan siendo
castigados, generando también un aislamiento, del agresor de forma institucional,
donde en vez de estar aprendiendo, se encuentra cumpliendo con su castigo.
También con el castigo, se reafianza la etiqueta de problemático, frente a sus
compañeros y frente a sí mismo, llevándolo al rechazo social. Este niño problemático
a su vez, comienza a tener amigos similares a él, con los cuales, se va
reafianzando su personalidad y comportamiento problemático, siendo el diferente
y el aislado.
El
fracaso académico se genera por su personalidad problemática, y que tanto
maestros como compañeros, terminan evitándolos, y son considerados casos perdidos.
Esta situación los hunde en un estado de depresión y de frustración acudiendo al
consumo de alcohol y drogas, y a la realización de delitos. En el caso de las
mujeres problemáticas, por el contrario, se ha visto una tendencia no hacía la
delincuencia, sino al embarazarse a temprana edad. (Goleman, 2023. Pág. 274)
La
ira en estos niños se produce con facilidad, pues “tienen un umbral bajo para
soportar cualquier malestar, irritándose cada vez con mayor frecuencia, por más
cosas. Una vez que se sienten molestos, su pensamiento se confunde, de manera
que ven los actos benignos como hostiles, y entonces caen en su viejo hábito de
reaccionar con golpes.” Goleman, 2023. Pag. 273)
Según
Coleman, los delincuentes juveniles y los estudiantes agresivos comparten un
mismo problema mental: “si tienen dificultades con otra persona, inmediatamente
la ven en un papel antagónico, aventurando conclusiones sobre la hostilidad que
siente hacia ellos, sin buscar información adicional ni intentar pensar en una
manera de resolver pacíficamente sus diferencias.” (Coleman, 2023. Pág. 275)
Igualmente,
viene el problema de los pensamientos justificantes de la reacción violenta
como menciona Goleman (2023) Esta bien pegarle a alguien si uno se volvió loco
de rabia o la gente que resulta muy golpeada en realidad no sufre tanto. Pensamientos que en efecto se deben combatir,
así mismo, los que mantienen la rabia. Según algunos estudios expuestos por el
profesor Goleman (2023), se han podido mejorar las conductas de niños
agresivos, enseñándoles a través de videos, sus actos, mostrándoles como realmente
fueron, y las alternativas diferentes a la violencia, que pudieron haber dado,
y la percepción de las víctimas y de las demás personas, para así posibilitar
empatía y otras maneras de percibir la realidad y resolver los conflictos.
Por
último, se plantea que:
“Por supuesto, no hay un único camino hacia la
violencia y la criminalidad, y son muchos los factores que pueden colocar a
cualquier niño en situación de riesgo: nacen en un vecindario con alta tasa de criminalidad,
donde están expuestos a mayores tentaciones de cometer crímenes o actuar con
violencia; provenir de una familia con elevados niveles de estrés, o vivir en
la pobreza. Pero ninguno de estos
factores hace que sea inevitable una vida dedicada a la violencia criminal.
Considerándolos todos al mismo nivel, las fuerzas psicológicas que actúan sobre
los niños agresivos intensifican la posibilidad de que terminen como criminales
violentos.” (Goleman. 2023. Pags. 274-275)
LA
IRA Y LOS TIRADORES DE ESCUELA.
En
el caso de los tiradores de escuela, o los asesinos múltiples en escuelas o las
calles. En estos casos, los asesinos escogen lugares representativos en su
historia, donde piensan o imaginan que han recibido alguna ofrenda o
humillación, y las víctimas, representan a aquellas personas de las cuales
también han recibido agresiones o humillaciones (Garrido, 2018, págs.. 96-97).
Así
las cosas, un joven que mate a varios compañeros en su escuela, representa en
primer lugar una venganza tanto de los compañeros que lo humillaron, como de la
misma escuela que permitió tal humillación, y así se genera una proyección de
acuerdo del origen de donde se haya generado tal humillación, que puede ser
como trabajador, como cliente, como estudiante.
Así por ejemplo, un estudiante mata a varias estudiantes sin prestar
atención a su identidad, sin embargo, este acto significaba para él matar a las
mujeres que se habían burlado de él y lo habían rechazado como pareja (Garrido,
2018, pág. 96).
La
humillación o el insulto ataca su identidad, haciéndolo sentir fracasado y
frustrado, lo que los hace destruir su identidad hacia el pasado, es decir, lo
que no quiere ser y lo que los otros los convirtieron, y una solución final,
que es atacar a aquellos que los convirtieron así, sin una aspiración hacía el
futuro, es decir se embarcan en una misión sin retorno:
“Los tiradores saben positivamente que, en el mejor
de los casos serán detenidos y pasarán la mayor parte de sus vidas (si no toda)
en prisión; y, en el peor, morirán por su propia mano o a manos de la policía.”
(Garrido, 2018. Pág. 97)
Sobre
este punto, Garrido (2018, págs. 75-76) menciona cinco etapas que enfrenta el tirador
como asesino múltiple:
a)
Sufre graves frustraciones como producto del maltrato familiar o
acoso en la escuela, y se siente un bicho raro frente al resto de personas.
b)
Las personas que deben apoyarlo, no lo hacen y no lo protegen,
haciendo peor la frustración.
c)
Ocurre un suceso o un hecho devastador, e intolerable para él, que
activa su ira y su sed de venganza.
d)
Fantasea con realizar los actos de venganza, y los justifica para
reestablecer su dignidad.
e)
Ejecuta el plan de venganza y lo hace realidad.
En
resumen, las masacres llevadas a cabo por los tiradores en la escuela, se
derivan de un gran sentimiento de ira, que los lleva a vengarse de las humillaciones
o los agravios recibidos en un lugar determinado y por determinadas personas.
LA
IRA Y EL COMPLEJO NARCISISTA.
Como
se dijo en principio, la ira se desencadena por el sentimiento de peligro, que
no siempre se trata de un peligro físico, sino de un ataque también a la
dignidad de la persona.
Las
personas con complejo narcisista, pueden aparecer de dos formas:
“en la primera, el individuo está orientado hacia
la consecución del dominio y el control en las relaciones (narcisismo dominante
o grandioso), y se define por un sentimiento grandioso de sí mismo que le lleva
a actuar sin miedo en la consecución de sus metas; en la segunda, el sujeto
está orientado a evitar y protegerse de las ofensas a su autoestima narcisismo (defensivo)
debido a que se siente vulnerable cuando percibe que sus deseos y necesidades
no son adecuadamente tomados en cuenta por los demás.” (Garrido, 2018. Pág. 78)
Los
efectos de este tipo de narcisimos, es que carecen de empatía con las personas
que los rodean, haciendo prevalecer sus intereses siempre, y tienen una
necesidad precaria de tener relaciones cercanas o íntimas, pues los consideran
siempre inferiores (Garrido, 2018. Pag. 79). El narcisista es egoísta, es
humillante y destructor, ataca el autoestima de los demás para disminuir y menospreciar
a los demás para exaltarse a sí mismo.
De
esta manera, es fácil desatar la ira de un narcisista al atacar su ego y su
imagen, creada por ellos mismos, y ello, los puede conducir incluso a realizar
delitos. Por ejemplo, un esposo narcisista, puede matar a su esposa que lo
amenaza con abandonarlo, pues, afecta su imagen y su ego.
Pero
el modo de actuar de las dos clases de narcisistas es diferente:
“A diferencia del tipo dominante o grandioso, que
actúa proactivamente, sin miedo de ir en pos de conseguir sus deseos de
prestigio, admiración y poder, el defensivo responde sobre todo reaccionando a
las amenazas que percibe en el ambiente; es de natural ansioso e inhibido, con
emociones inestables (neurótico), va acumulando ira y resentimiento, y su
potencial de violencia puede entenderse como directamente proporcional a la ira
acumulada por la percepción y acumulación de ofensas recibidas a su yo.”
(Garrido, 2018. Pág. 79)
Esto
implica, que mientras el narcisista dominante te atropella y no acepta un no o
un rechazo, el defensivo, reacciona con ira luego de acumular rechazos y
humillaciones. La ira del primero se desencadena al no lograr lo que quiere o
al no poder imponerse, y la ira del segundo, se desata en defensa del ego
mancillado.
LA
IRA Y EL TERRORISMO
Así
como el tirador en los colegios y en las calles, el terrorista también tiene un
proceso similar para realizar sus actos (Garrido, 2018. Pág. 213):
1)
Sentirse agraviado o justificado, en este sentido por ejemplo, se sienten
agraviados por motivos políticos, económicos, religiosos o personales. Han
sufrido una pérdida, una humillación, que al mismo tiempo pueden ser exacerbados
por trastornos psicológicos.
2)
Llegan a considerar a la violencia como único camino para
reivindicar la ofensa recibida. Imitan o se inspiran en otros que han utilizado
la violencia de la misma manera y los veneran como mártires.
3)
Investigan y planifican, el acto de venganza, tomando la
información de su víctima.
4)
Preparación, se preparan psicológicamente y logísticamente para
realizar el acto terrorista.
5)
Oportunidad: buscan una brecha en la seguridad o vulnerabilidad de
la víctima para ejecutar el plan.
6)
Ataque, consumación del acto violento.
En este sentido vemos
cómo la ira por un agravio puede generar una reacción violenta de tipo
terrorista, en la que la ira planificada y racional es una venganza, que se
justifica y se fundamenta por mucho tiempo hasta la ejecución del acto
terrorista.
En efecto, dentro
del proceso del acto terrorista siempre existe un proceso de justificación y de
pensamientos que mantienen el estado de ira, y que promueven la reacción
violenta como única forma de solución a la humillación o insulto recibido.
LA
PREOCUPACIÓN Y LA OBSESIÓN COMO CAUSA DEL DELITO.
La
preocupación es un estado mental en el que se vigila un peligro potencial, que ha
sido uno de los éxitos de nuestra evolución. Preocuparnos, implica planificar
la solución de un problema y sus múltiples efectos. La preocupación puede explicarse
de la siguiente manera:
“Cuando el temor pone en marcha el cerebro emocional,
parte de la ansiedad resultante fija la atención en la amenaza que está a mano,
forzando a la mente a obsesionarse acera de la forma de enfrentarla y pasar por
alto cualquier otra cosa, de momento. En cierto sentido, la preocupación es un
ensayo de lo que podría salir mal y cómo enfrentarse a ello; la tarea de la
preocupación es alcanzar soluciones positivas con respecto a los peligros de la
vida anticipándose a los riesgos antes de que estos surjan.” (Goleman, 2023. Pag.
88)
Visto
desde esta perspectiva, la preocupación no sería un problema, sin embargo,
cuando sencillamente la mente se centra en el problema, sin llegar a una
solución positiva, puede generar un trastorno de ansiedad:
“Cuando este mismo ciclo de preocupación se
intensifica y persiste, se hace más confusa la línea que lo separa de los
auténticos asaltos nerviosos, los trastornos de ansiedad: fobias, obsesiones y
compulsiones, ataques de pánico. En cada uno de estos trastornos la
preocupación se fija de una forma definida; en el caso de la fobia, las
ansiedades se fijan en la situación temida; en el caso de la obsesión se fijan
en evitar alguna calamidad temida; y en los ataques de pánico, la preocupación
se concentra en un temor a la muerte o en la posibilidad de tener el ataque
mismo.” (Goleman, 2023. Pag. 89)
La
preocupación mal manejada, es entonces dañina, y genera neurosis y obsesión, de
acuerdo con el pensamiento que se desarrolle en la preocupación.
“Por lo general las preocupaciones siguen ese
curso, una narrativa dirigida a uno mismo que salta de preocupación en
preocupación y con mucha frecuencia incluye las catástrofes imaginando alguna
tragedia terrible. Las preocupaciones se expresan casi siempre en el oído de la
mente, no en su ojo -es decir en palabras, no en imágenes-, hecho que tiene
importancia para el control de la preocupación.”(Goleman, 2023. Pag. 90)
La
relación de una preocupación con un delito, sugiere que “las personas que se
preocupan en exceso y de una manera crónica lo hacen con respecto a una amplia
gama de asuntos, la mayoría de los cuales casi no tienen posibilidades de
ocurrir; estas personas ven en la vida peligros que otros jamás perciben.” (Goleman,
2023. Pág. 90), lo anterior genera sin lugar a dudas trastornos sobre la percepción
de la realidad, y formas de reacción violenta, frente a amenazas inexistentes,
como por ejemplo, un esposo celoso que mata a su esposa por sospechar que lo
esta engañando. El jefe de una pandilla ordena matar a una persona por sospecha
de que lo está traicionando o que lo puede matar. El jefe de estado que mata a
varios ciudadanos por sospecha de traición. El jefe de un Estado ataca a otro
por considerarlo una amenaza.
LA
DEPRESIÓN COMO CAUSA DEL DELITO.
Las
personas que entran en depresión, es decir se sumergen en un estado de tristeza
y desaliento frente a la vida, por causa de pensamientos y preocupaciones, se aíslan
y pierden la capacidad para enfocarse en otras cosas y de comunicarse.
Las
personas depresivas generan conflictos con otras personas debido a su estado de
depresión. Pierden la capacidad para enfocarse, resolver problemas, y realizar
trabajos, y comienzan un ciclo de frustración y tristeza, y posteriormente un fracaso
laboral y académico.
Así
las cosas, las personas que se deprimen tienen una percepción limitada de la
realidad, que le genera problemas de relación con las personas, con su entorno
laboral y con sus amistades. Esa sensación de tristeza o frustración puede ir
acompañada de reacciones violentas, desproporcionadas o inadecuadas en el
entorno social en que se mueven, llegando incluso a delitos, y también al
suicidio.
Ahora
bien, la depresión por frustración es muchas veces manejada por las personas
que la sufren con alcohol y con drogas, buscando un alivio a dicho estado. Así
podemos encontrar que la depresión puede llevar al alcoholismo y a las drogas
(Goleman, 2023. Pág. 293).
La
depresión en los niños va a creando unos efectos muy severos:
“En realidad, cuando se ha comparado a los niños
que padecen depresión con aquellos que no la padecen se los ha hallado
socialmente ineptos, con menos amigos, menos elegidos por los otros como compañeros
de juegos, menos populares, y con más problemas de relación con los demás.
Un costo adicional para estos niños es su pobre
desempeño escolar; la depresión interfiere su memoria y su concentración,
haciéndoles más difícil prestar atención en clase y retener lo que se les
enseña. Un niño que no siente alegría ante nada encontrará que es difícil
reunir la energía necesaria para enfrentar lecciones que son un desafía, perdiéndose
la experiencia que fluye del mismo aprendizaje.” (Goleman, 2023. Pág. 281)
La
depresión puede ser el origen de una reacción violenta, luego de pensar que no
existe solución a un problema, deferente a un ataque, a una agresión, a un
asesinato o a un suicidio. Se trata de ese desaliento que trastorna la
realidad, la hace insuperable, inaceptable o insoportable, tomando soluciones
drásticas como el ataque la violencia.
La pobreza es un factor que genera depresión en los niños:
"La pobreza en sí misma les da golpes emocionales a los niños: los más pobres, a la edad de cinco años, ya se sienten más atemorizados, ansiosos y tristes que sus pares más acomodados, y tienen más problemas de conducta, como rabietas frecuentes y el destrozo de objetos, una tendencia que se prolonga en la adolescencia. la presión de la pobreza también corroe la vida familiar; en ella tienden a existir menos expresiones de calidez paternal, hay más madres deprimidas (que a menudo son solteras y desocupadas), y se confía mucho en la ventaja de castigos rudos, como gritar, pegar y proferir amenazas físicas. (Goleman, 2023. pág. 296)
Así podemos observar, que la pobreza es un factor de riesgo que afecta en gran forma el componente emocional de los individuos y su ambiente familiar, haciéndolos proclives tanto a la depresión, como la violencia, que son dos factores que conducen a la delincuencia, porque los dejan al margen de las relaciones sociales, los deprimidos por que se aíslan, por su sentimiento de apatía y melancolía, que los vuelve ansiosos, tímidos y retraídos socialmente, y a los violentos porque tienen ataques de furia, y tienden a reaccionar violentamente al percibir hostilidad donde realmente no la hay (Goleman, 2023. pág. 289). Estos dos tipos de personalidades son excluidos y rechazados por sus pares, quedando en desventaja en sus relaciones interpersonales, y al no aprender formas distintas de relacionarse, siguen teniendo los mismos problemas que tenían como niños, cuando llegan a la adultez, así que siguen teniendo ataques de furia y ansiedad.
Otro problema relacionado con estos inconvenientes, es la propensión al consumo de drogas y alcohol. Los jóvenes consumen drogas y alcohol cuando se encuentran deprimidos o ansiosos, estas sustancias les permiten calmar temporalmente, y cuando utilizan este recurso a menudo para calmarse pueden caer en el alcoholismo y en la drogadicción, "Para cuando abandonan la escuela secundaria, el 90% de los estudiantes que han probado el alcohol, aunque el sólo el 14% de ellos se convierte en alcohólicos, de los millones de norteamericanos que han probado la cocaína, menos del 5% se vuelve adicto. (Goleman, 2023, pág. 292).
El consumo de alcohol y de drogas es causa de muertes por accidentes de tránsitos, sobredosis, e incluso de delitos sexuales, donde se menciona que "el 90% de todas las violaciones denunciadas en los campus universitarios ocurrieron cuando el asaltante o la víctima -o ambos- habían estado bebiendo. Los accidentes relacionados con el alcohol son la principal causa de muerte entre los jóvenes desde los quince a los veinticuatro años." (Goleman, 2023, pág. 292)
Así las cosas, cuando un chico tiene ansiedad por depresión, o impulsividad (agitación y tedio), y descubre que el alcohol se las calma, puede sentir un alivio momentáneo, y luego de que pasa el efecto, empeoran la depresión, y pueden generar un problema mayor que es la adicción. Igualmente, en el caso de las drogas, el principal afectación emocional es el manejo de la ira y las explosiones de furia, que se puede calmar también de forma momentánea, pero que puede generar la adicción (Goleman, 2023, pág. 295).
LA
FALTA DE EMPATÍA COMO CAUSA DEL DELITO
La
empatía es una cualidad que le permite a las personas ponerse en los zapatos de
otra, o en el lugar de la otra, interpretar y comprender sus sentimientos, y
comportarse conforme a dicha comprensión.
La
falta de empatía, genera torpeza social, es decir, una persona que no logra
comprender los sentimientos de otra, no logrará generar una comunicación
afectiva con ésta, por lo que termina siendo rechazada. Así no habría forma que
una persona sin empatía, pueda llevar una relación afectiva con su pareja o con
sus hijos, ni mucho menos, podría tener amistades cercanas o compañeros de
trabajo que fueran sus amigos.
La
falta de empatía, genera una torpeza social del individuo que la padece, que al
no comprender el mensaje no verbal, ni los sentimientos de los demás, los pasa
por alto, y genera inconvenientes en el proceso de socialización.
En
el tema criminal, la falta empatía genera los delincuentes más crueles y
sádicos, como son los agresores sexuales, los psicópatas y los esposos
maltratadores y abusadores.
En
el caso de los abusadores sexuales, la falta de empatía se traduce en la
distorsión del dolor de la víctima, y la justificación de sus actos:
“Esta incapacidad para sentir el dolor de sus
víctimas les permite decirse mentiras que estimula su crimen. En el caso de los
violadores, las mentiras incluyen, entre otras, “las mujeres realmente quieren
ser violadas”, o “si ella se resiste, lo que hace es esforzarse por acabar”; en
el caso de los abusadores de niños, las mentiras pueden ser: “No estoy haciéndole
daño a la criatura, solo mostrándole amor”, o “esto solo es otra forma de
afecto”; en el caso de los padres que maltratan físicamente a sus hijos, “esto
solo es disciplina”. Todas estas autojustificaciones están extraídas de lo que
las personas tratadas por estos problemas dicen haberse dicho mientras agredían
brutalmente a sus víctimas o se preparaban para hacerlo.” (Goleman, 2023. pág.
134)
En
el caso de los abusadores sexuales, Goleman (2023. Pág. 134), explica el ciclo
de la violencia y los problemas de tipo psicológico que enfrenta el delincuente
al realizar su crimen:
“El ciclo comienza cuando el abusador se siente
perturbado: furioso, deprimido, solitario. Estos sentimientos podrían ser
activados, por ejemplo, al ver parejas felices en la televisión y a
continuación sentirse deprimido por estar solo. Entonces el abusador busca
solaz en su fantasía favorita, que suele ser la de una calidad amistad con un
niño; la fantasía se convierte en una fantasía sexual y termina en
masturbación. Posteriormente, el abusador siente un alivio pasajero de tristeza,
pero ese alivio es fugaz; la depresión y el sentimiento de soledad vuelven, aun
más acentuados. El abusador empieza a pensar en convertir la fantasía en
realidad, dándose justificaciones como: “No estoy causando ningún daño real si
el chico no resulta dañado físicamente” y “Si un niño no quisiera realmente
tener una relación sexual conmigo, podría evitarlo”.
En este punto, el abusador ve a la criatura a
través de la lente de la fantasía perversa, y sin empatía por lo que un niño
real sentiría en esa situación. Ese desapego emocional caracteriza todo lo que
sigue, desde el consiguiente plan para encontrar a la criatura a solas, hasta
el cuidadoso ensayo de lo que sucederá, y luego la ejecución del plan. Todo esto
es perseguido como si la criatura en cuestión no tuviera sentimientos propios;
en lugar de eso, en su fantasía el abusador imagina la actitud cooperativa de
aquella y no tiene en cuenta sus sentimientos de repulsión, temor y disgusto. Si
estos se manifestaran, las cosas quedarían arruinadas para el abusador.” (Goleman,
2023. Pags. 134-135)
A
contrario censo de lo que ocurre en la mente de un abusador, si existiera empatía,
pensaría como una persona normal, en tanto que entendería el dolor y el daño
que le está causando a la víctima, no podría concebir una fantasía sexual, y
reforzaría su inhibición a necesidades sexuales perversas (Goleman, 2023. Pág.
135) Según un tratamiento aplicado a varios violadores, en el que se buscaba
enseñarle a los delincuentes, lo que sufrían las víctimas, las consecuencias, y
hacerlos pensar en qué sentirían realmente las víctimas, se logró, disminuir la
reincidencia de estos delincuentes a la mitad. (Goleman, 2023. Pág. 135)
Por
otro lado, se encuentran los psicópatas a los cuales, no hay muchas esperanzas
de inculcar empatía, pues su principal rasgo es “la incapacidad de sentir la
menor empatía o compasión, o el menor remordimiento, es el más desconcertante
de los defectos emocionales. El núcleo de la frialdad del psicópata parece
asentarse en una incapacidad para hacer algo más que conexiones emocionales
absolutamente superficiales. Los criminales más crueles, como los sádicos
asesinos en serie que se deleitan con el sufrimiento que sus víctimas
experimentan antes de morir, son la personificación de la psicopatía.” (Goleman,
2023. Págs. 135-136)
Así
también, los psicópatas como los abusadores comienzan el ciclo de la violencia
a partir de la depresión y la tristeza, de sentirse solo, y comienzan a
acumular ira en contra de determinadas personas, teniendo fantasías agrediéndolas,
y posteriormente ejecutando y haciendo realidad dichas fantasías.
En
el caso de los esposos maltratadores, se descubrió una clase de maltratadores
que a diferencia de la mayoría, que reaccionan de forma violenta de manera
instintiva, y las agresiones se dan casi que inmediatamente del hecho generador
(reacciones por celos, rechazos o abandono), éstos, en vez de aumentar el ritmo
cardiaco, lo disminuyen, por lo que su violencia parece más calculada, y la
ejerce como un método de terrorismo hacía sus mujeres, causándoles temor:
“… estos golpeadores calculadores azotarán a sus
esposas al parecer sin motivo y, una vez que empiezan, nada de lo que ellas
hagan -ni siquiera el intento de marcharse- parece contener su violencia.”
También
se aclara sobre este punto, que existen otras situaciones que no tienen bases
biológicas, sino que surgen de acuerdo de las condiciones específicas del
delincuente:
“Una podría ser que un tipo perverso de habilidad
emocional -intimidar a otras personas- tiene un valor de supervivencia en los
barrios violentos, como podría tenerlo el dedicarse al crimen; en estos casos,
demasiada empatía podría ser contraproducente. En efecto, una oportunista falta
de empatía puede ser una virtud en muchos papeles de la vida, desde el poli
malo que interviene en los interrogatorios policiales, hasta el asaltante que
actúa con una banda. Los hombres que han sido torturadores de estados
terroristas, por ejemplo, describen cómo aprenden a disociarse de los
sentimientos de sus víctimas con el fin de hacer su trabajo. Existen muchas
vías para la manipulación” (Goleman, 2023. Págs. 136-137)
Como
se dijo, el sadismo y la crueldad extrema de un criminal surgen del bloqueo de
la empatía, es decir de la negación del dolor de otro. Ya sea por razones
biológicas, sociales o psicológicas, el bloquear la empatía, genera la negación
al dolor, la justificación del acto a través de pensamientos retorcidos, y la
falta de inhibición o bloqueo, tanto de las fantasías previas, como de la
conducta como tal.
BIBLIOGRAFÍA
Baratta,
Alessandro (2004). Criminología crítica y crítica del derecho penal. Siglo veintiuno
editores Argentina.
Garrido,
Vicente (2018) Asesinos multiples y otros depredadores sociales. Ariel.
Goleman,
Daniel (2023) la inteligencia emocional. Penguin Random House Grupo Editorial.
Zaffaroni,
Eugenio (2013) La cuestión criminal. Grupo editorial Ibáñez.