martes, 16 de enero de 2024

¿QUE PASA EN LA MENTE DE LOS VIOLADORES?

  





¿QUE PASA EN LA MENTE DE LOS VIOLADORES?

 

Los violadores son sin duda uno de los delincuentes más complicados de tratar, por la gravedad de los hechos que realizan, y por la falta de tratamientos, que permitan garantizar su no reincidencia. Hasta el momento, la psicología ha sido muy útil en la perfilación de estos delincuentes, y en el estudio de sus motivaciones y factores de riesgo, pero desafortunadamente son los casos más problemáticos para la teoría de la resocialización del delincuente.

Según expone el profesor Garrido (2003, páginas 206-207), las violaciones pueden ser de tres tipos:

Violación colérica, que es la que se realiza como producto de la ira, se realiza como un ataque de violencia por furia reprimida, y busca hacerle daño a la víctima desde el punto de vista físico.

Violación por poder, que es la que realiza un individuo, solo para poseer sexualmente a una mujer, por tanto, no tiene como fin dañar a la víctima, sino solo tener la relación sexual, y si bien, la somete a través de amenaza (extorción, presión, acoso) y puede utilizar la fuerza solo si es absolutamente necesaria.

Violación sádica, que es la que combina las dos anteriores, es decir, busca poseer sexualmente a la mujer, pero también infringirle daño.

En relación con la víctima, la violación colérica y la sádica, existe tendencia de la víctima a denunciarla, pues al ser violentada físicamente, tiene suficientes pruebas para sustentar su condición de víctima, en cambio en la violación por poder, cuando no se presentan marcas de violencia, la víctima adquiere un sentimiento de culpa trasmitido por el violador, y ella siente que pudo haber hecho más o evitar la situación (Garrido, 2003).

También se debe decir, que existen violadores en serie, es decir que convierten la violación en una forma de vida, atacando a víctimas por causas como, el odio a las mujeres, el machismo exacerbado y problemas de formación sexual, o la dificultad para relacionarse con el sexo opuesto o con una persona en igualdad de condiciones. Estos violadores seriales pueden atacar a las víctimas de forma brutal, secuestrándolas o privándolas momentáneamente de la libertad, amarrándolas o drogándolas, para luego ensañarse a la violencia y maltrato, y en muchos casos termina en la muerte de la víctima (Garrido, 2003).

Otros, violadores seriales solo son asaltantes, que cometen violaciones relámpagos, asechan a la víctima, buscan el momento en que puedan estar vulnerables, la someten y realizan el acto criminal (Garrido, 2003).

Garrido (2003), menciona que el 50% de las violaciones las realizan los conocidos de las víctimas, en parte familiares, pero hace énfasis en dos situaciones principales, y son, la primera entre personas que están saliendo como parejas, y en medio de la relación se presenta una violación, y ello es muy trascendente, pues por un lado poco se denuncia, pues es difícil denunciar la violación por parte de una persona con la cuál estas saliendo o tienes una relación afectiva, y segundo, porque se revela que del 20 al 15% de las estudiantes han sido víctimas de este tipo de violación. La otra situación se trata de las violaciones entre esposos, donde también hay un alto porcentaje de impunidad.

En todo caso, el objetivo que busco abordar en este aparte, es qué tienen los violadores en la cabeza, y Garrido (2012) menciona que “los violadores presentan personalidades anormales, incluyendo tendencias psicopáticas, distorsiones cognitivas y actitudes sádicas.

Los pedófilos por ejemplo, son personas “incapaces de establecer relaciones genuinas y satisfactorias con los demás, con una autoestima baja y con pobres habilidades de relación, así, como un deficiente autocontrol” (Garrido, 2012. Pág. 230) también se menciona, que ellos se ven a sí mismos como resentidos, aislados y con menos capacidad para relacionarse con su circulo social y tomar decisiones adecuadas ante problemas (Garrido,2012. Pag. 230).

Cuando los pedófilos son familia o cercanos de la víctima, la amenazan con inculparles frente a sus padres o amigos, y cuando son profesores, monitores o sacerdotes, el abuso se disfraza con afecto o interés, y el abuso puede prolongarse durante años (Garrido, 2012. Pág. 230)

Los abusadores sexuales, siguen un ciclo que se ha denominado el ciclo del abuso sexual, que son los acontecimientos cognitivos y comportamentales que suceden antes, durante y después del abuso sexual.

Cabe resaltar entre varios modelos de ciclo de abuso las siguientes situaciones:

1)   No se trata de un acto impulsivo, el abuso es un acto planificado previamente.

2)   Es un patrón aprendido disfuncional para hacer frente a los problemas, por lo tanto disminuye el autocontrol y las habilidades de afrontamiento. Suelen presentarse experiencias negativas que causan tristeza, depresión o ansiedad.

3)   El abuso es un acto que alivia la ansiedad y el malestar sufrido por el abusador, por sentimientos de desesperanza o falta de control asociados a estímulos provocadores previos al delito.

4)   Se reafirma con la fantasía sexual del criminal, y entre más aumenta la excitación, aumenta el impulso al abuso sexual.

5)   Una vez realizado el acto, se producen efectos adictivos.

6)   En algunos casos, después de realizar el acto, puede experimentar sentimientos de culpa, y teme que lo atrapen.

7)   Se presentan distorsiones cognitivas que racionalizan el hecho y lo justifican para el delincuente.

Menciona Garrido (2012. Pág. 221) hay un ciclo de violencia sexual y un ciclo de abuso sexual, pero que “los factores más relevantes son los mismos, existiendo diferencias en el contenido específico de las fantasías y las conductas negativas, así como en el contenido de las distorsiones cognitivas. Por ejemplo, el ciclo del abuso sexual se vincula como es lógico, con pensamientos (fantasías) y conductas sexuales, mientras el ciclo de la violencia, se relaciona con temas referidos al poder, control y a las fantasía y conductas agresivas. Sin duda ambos tipos de ciclos pueden darse de forma combinada.”

En el caso de los abusadores sexuales, la falta de empatía se traduce en la distorsión del dolor de la víctima, y la justificación de sus actos:

“Esta incapacidad para sentir el dolor de sus víctimas les permite decirse mentiras que estimula su crimen. En el caso de los violadores, las mentiras incluyen, entre otras, “las mujeres realmente quieren ser violadas”, o “si ella se resiste, lo que hace es esforzarse por acabar”; en el caso de los abusadores de niños, las mentiras pueden ser: “No estoy haciéndole daño a la criatura, solo mostrándole amor”, o “esto solo es otra forma de afecto”; en el caso de los padres que maltratan físicamente a sus hijos, “esto solo es disciplina”. Todas estas autojustificaciones están extraídas de lo que las personas tratadas por estos problemas dicen haberse dicho mientras agredían brutalmente a sus víctimas o se preparaban para hacerlo.” (Goleman, 2023. pág. 134)

En el caso de los abusadores sexuales, Goleman (2023. Pág. 134), explica el ciclo de la violencia y los problemas de tipo psicológico que enfrenta el delincuente al realizar su crimen:

“El ciclo comienza cuando el abusador se siente perturbado: furioso, deprimido, solitario. Estos sentimientos podrían ser activados, por ejemplo, al ver parejas felices en la televisión y a continuación sentirse deprimido por estar solo. Entonces el abusador busca solaz en su fantasía favorita, que suele ser la de una calidad amistad con un niño; la fantasía se convierte en una fantasía sexual y termina en masturbación. Posteriormente, el abusador siente un alivio pasajero de tristeza, pero ese alivio es fugaz; la depresión y el sentimiento de soledad vuelven, aun más acentuados. El abusador empieza a pensar en convertir la fantasía en realidad, dándose justificaciones como: “No estoy causando ningún daño real si el chico no resulta dañado físicamente” y “Si un niño no quisiera realmente tener una relación sexual conmigo, podría evitarlo”.

En este punto, el abusadore ve a la criatura a través de la lente de la fantasía perversa, y sin empatía por lo que un niño real sentiría en esa situación. Ese desapego emocional caracteriza todo lo que sigue, desde el consiguiente plan para encontrar a la criatura a solas, hasta el cuidadoso ensayo de lo que sucederá, y luego la ejecución del plan. Todo esto es perseguido como si la criatura en cuestión no tuviera sentimientos propios; en lugar de eso, en su fantasía el abusador imagina la actitud cooperativa de aquella y no tiene en cuenta sus sentimientos de repulsión, temor y disgusto. Si estos se manifestaran, las cosas quedarían arruinadas para el abusador.” (Goleman, 2023. Pags. 134-135)

Tenemos entonces que los abusadores y violadores, al momento de iniciar el ciclo, sufren un hecho o un evento que detona los pensamientos anómalos, que a su vez generan las fantasías sexuales también anómalas. Estas situaciones generan a su vez, justificaciones o pensamientos anormales que anulan el autocontrol, (yo y super yo) e impulsan al individuo hacía el abuso o violación.

En este orden de ideas, encontramos siempre un hecho generador, motivador o que desencadena una serie de pensamientos anómalos, que afectan el desarrollo sexual del individuo, y se habla así del concepto de perturbación, para explicar la interrupción de ese normal desarrollo. Garrido (2012. Pág. 217) explica desde la perspectiva del desarrollo infantil, “una perturbación es el resultado de un hecho traumático como la ruptura del proceso de apego, y cualquier otra forma de maltrato (físico, sexual y emocional).”

Por ejemplo, si un niño es víctima de abuso, se genera un hecho traumático que produce “una perturbación en el desarrollo psicosexual, cognitivo y social del niño, a través del daño hecho a la relación de apego con los padres y la inhibición de las interacciones con los compañeros.” (Garrido 2012. Pag. 217).

Así en el mismo orden de ideas, el maltrato del niño por parte de su madre, puede generar reacciones misóginas, que en un futuro podrían provocar una agresión o una violación a una mujer.

Igualmente, la depresión causada por no saber relacionarse con personas del sexo opuesto o con otras personas, y imposibilidad de entablar una relación en igualdad de condiciones, el ser sometido a rechazos o humillaciones por problemas en la comunicación, van generando una rabia y un enojo que pueden desencadenar agresiones sexuales, precisamente, pues esas depresiones generan pensamientos como “me las van a pagar”, “ella quiere que la violen, por qué yo no puedo”, “por qué acepta a otros, menos a mí”. Son esos pensamientos anómalos los que justifican los actos criminales posteriores en un ciclo de violencia o abuso sexual.


BIBLIOGRAFÍA

Garrido, Vicente (2003) Psicópatas y otros delincuentes violentos. Tirand lo blanch. Valencia.

Garrido, Vicente (2018) Asesinos múltiples y otros depredadores sociales. Ariel.

Goleman, Daniel (2023) la inteligencia emocional. Penguin Random House Grupo Editorial.



¿QUE PASA POR LA MENTE DE LOS QUE DELINQUEN POR DINERO?

 






¿QUE PASA POR LA MENTE DE LOS QUE DELINQUEN POR DINERO?

 

En los delitos económicos hay que hacer una gran diferencia entre tres grupos de delitos:

Los primeros, son los delitos callejeros, hurtos, estafas, extorsiones, secuestros extorsivos, que son realizados por regla general por personas que vienen de estratos socioeconómicos bajos, de barrios pobres y de familias de escasos recursos. En este punto también habría que incluir todos los delitos relacionados con el tráfico de drogas y de armas.

Los segundos, son los delitos económicos, como el contrabando, los delitos ambientales, los delitos societarios, los delitos tributarios, los delitos contra el régimen financiero, la administración desleal, la corrupción privada. Estos delitos los llamados de cuello blanco, realizados por personas que ostentan poder económico, que dirigen y administran grandes empresas y capitales.

Los terceros, son los delitos de corrupción pública, el peculado, la celebración indebida de contratos, el cohecho, la concusión, el prevaricato, realizados por los que ostentan el poder en las instituciones gubernamentales y públicas, y que se constituyen en los otros delincuentes de cuello blanco.

A pesar de ser tres grupos perfectamente identificables, y sus conductas son muy particulares, en muchas ocasiones confluyen y se relacionan dependiendo de las sociedades. Shuderland siempre llamó la atención a que el sistema penal se concentrara en los delitos callejeros, y que los delincuentes de cuello blanco gozaban de impunidad, cuando ambos se realizaban tal vez en las mismas proporciones y montos (Baratta, 2004).

En la sociedad actual, la acumulación de bienes, de dinero y poder, son una de los modelos de vida a seguir (Zaffaroni, 2013), la riqueza es un ideal, la pobreza es una desgracia. ¿Quién no quisiera pasar de ganarse en un día lo que se gana en un mes, y pasar de ganar lo que gana en un año, en un mes? Ese es el ideal y el modelo del éxito, pero no todos se encuentran destinados a lograr ese ideal a través de un trabajo o a través de un emprendimiento empresarial, pues existe el fracaso también, existe la competencia, y la competencia desleal, existe la violencia estructural, y la corrupción.

Hay quienes viven felices con poco, otros que viven felices con lo justo, y hay quienes viven felices con lo mucho que producen legalmente.

Así las cosas, las personas hacen unas valoraciones entre lo que quieren y lo que pueden lograr, y una relación entre costos y beneficios, así entonces, si lo que quiero lo puedo lograr trabajando duro, ahorrando o generando empresas, no tendré sino frustraciones pequeñas o temporales, pero si lo que se quiere no se puede lograr de ninguna forma, la frustración es enorme y permanente. ¿El problema es qué se debe hacer para lograrlo?

Y cuando la lógica es todo se arregla con dinero, y el dinero todo lo puede, la motivación para la realizar actos ilegales para conseguirlo es mayúscula

Así las cosas, los delincuentes callejeros quieren tener lo que tienen los otros, o quieren ganar más dinero de lo que les daría un trabajo honesto, pues se dedican a delinquir para obtener los bienes y el estatus que quieren, su límite se encuentra en el costo beneficio, y ahí es importante el derecho penal, al momento de combatir esa delincuencia, para aumentar el riesgo de ser capturados, procesados y condenados. Si existe mucha impunidad, los delitos callejeros se disparan, si no existen alternativas de empleo formal, los delitos callejeros se disparan. Como explicó Bethan, el hombre reacciona positivamente a lo que le hace bien, y negativamente a lo que le produce dolor.

En el caso de los delitos económicos privados, lo que hoy se llama la delincuencia penal empresarial, cuando tus proyectos no producen lo que requieres para obtener lo que quieres, y no te permiten sostener o mejorar tu estatus, se buscan alternativas ilegales para sostener dicho estatus. Una sanción por violación de normas ambientales, o una sanción tributaria que ponga en riesgo el estatus del empresario, lo hacen pensar en medidas drásticas para su supervivencia (Zaffaroni, 2019). Perder un cliente importante o un contrato importante, que ponga en riesgo la estabilidad de su empresa, puede motivar la toma de decisiones que impliquen actos delictivos, para sobrevivir o mantener su estatus. Aquí vuelve la importancia del derecho penal en la prevención de estos actos delictuales, en relación con los costos y beneficios, si hay mucha impunidad en la investigación de estos delitos, pues habrá propensión a que estos aumenten. Ahora bien, por otro lado, los delincuentes de cuello blanco, buscan ventajas que les permitan ganarle a su competencia y crecer económicamente, con dicha motivación, y con poder económico, inician actos de corrupción pública y privada para garantizarse un trato preferencial en el acceso a beneficios en contratos y en clientes.

En el caso de los delitos de corrupción pública, realizados por funcionarios públicos, hay que diferenciar también entre los delitos de corrupción que se realizan por menudeo, es decir, el del policía o funcionario que realiza actos contrarios a sus funciones por montos insignificantes, y los delitos de corrupción de gran envergadura que implican sobornos para la celebración de contratos de grandes cuantías. Ambos tipos de corrupción pueden generar una corrupción ocasional o aislada, o una corrupción crónica, en la cual se institucionaliza que todo acto gubernamental requiere de un acto previo de corrupción. En últimas los corruptos públicos buscan mantener su estatus, su poder político y económico, los políticos de elección popular, buscan los recursos para financiar sus elecciones, los políticos burócratas (libre nombramiento y remoción, empleados de carrera y contratistas) buscan mantener su poder para seguir en el cargo y lograr beneficios adicionales derivados de este. Todos buscan en ejercicio de una función pública, alcanzar sus metas, ambiciones y sueños.

De esta manera, se generan justificaciones y pensamientos que rayan con la legalidad en cada uno de los grupos.

En el delincuente callejero, “yo nací en un barrio pobre, y no quise seguir siendo pobre”, “mi padre era pobre, y yo no quise seguir su legado de pobreza” “a los pobres no los ayuda nadie y se mueren de hambre” “nadie sale de la pobreza con un salario pobre”

En el caso del delincuente económico, “no es fácil sobrevivir a la competencia”, “la industria es una selva donde gana el más fuerte”, “yo soy el responsable de la subsistencia de todos mis trabajadores”

En el funcionario corrupto, “Todos hacen lo mismo y no les pasa nada”, “yo soy el que me sacrifico por todos, y no recibo nada” “tanto que va a ganar gracias a mí, y no me agradece ni un poquito”

Como se dijo anteriormente, los callejeros, los empresarios y los políticos, pueden confluir en actividades delictuales en cooperación, como los empresarios que lavan dinero de los callejeros y de los políticos. De los políticos y los empresarios cuando celebran un contrato estatal mediando actos de corrupción, y de los políticos con los callejeros cuando hacen acuerdos de impunidad, para que los callejeros puedan delinquir sin ser perseguidos.

Cabe decir también que en cada uno de los grupos existen subgrupos, en el caso de los delitos callejeros, surgen las pandillas, las mafias y organizaciones criminales, y los grupos al margen de la ley. Dentro de dichas organizaciones, también existen jefes, subjefes y miembros rasos. Cada uno con un grado de poder diferente, diferentes ingresos y pretensiones de ascender dentro de la organización, que lo logran, haciendo bien su trabajo delincuencial.

En el caso de los empresarios, existen empresas personales, familiares, empresas nacionales y multinacionales. Dentro de cada empresa, existen los socios, los empleados directivos, los jefes de departamentos y los empleados. Cada uno tiene sus estructuras jerárquicas, tienen sus funciones e ingresos, y también tienen pretensiones de ascender en las organizaciones. El problema en esas organizaciones, cuando son permeadas por la criminalidad, es que a veces para mantener un estatus o ascender, se deben realizar actos ilegales.

En el caso de los funcionarios públicos, existe una estructura gubernamental, diferentes cargos públicos y funciones, con diferentes ingresos, y cada uno también tienen pretensiones de ascender en las organizaciones. La problemática es que cuando la corrupción se apodera de las estructuras gubernamentales, la forma en que se mantiene un estatus o se asciende es realizando actos delictivos.

Así las cosas, cuando los valores y principios se invierten, y para ascender y obtener el poder y el dinero, se requiere realizar actos delictivos, la situación se revierte en un tema muy complicado de corrupción crónica, donde la ética y la legalidad que deben ser la regla general se convierte en la excepción.


Bibliografía

Baratta, Alessandro (2004). Criminología crítica y crítica del derecho penal. Siglo veintiuno editores Argentina.

Zaffaroni, Eugenio (2013) La cuestión criminal. Grupo editorial Ibáñez.

Zaffaroni, Eugenio; Dias Ilison (2019). La nueva crítica criminológica. criminología en tiempos de totalitarismo financiero. Ediciones Gustavo Ibáñez Carreño. Bogotá.


viernes, 12 de enero de 2024

EL DELITO Y LA INTELIGENCIA EMOCIONAL DE GOLEMAN.





EL DELITO Y LA INTELIGENCIA EMOCEMOCIONAL DE GOLEMAN. 


PUNTO DE PARTIDA: TENEMOS DOS MENTES.

 

El punto de partida de la inteligencia emocional es plantear que todos tenemos dos mentes, una que piensa y otra que siente:

“Una mente racional, es la forma de comprensión de la que somos típicamente conscientes: más destacada en cuanto a la consciencia, reflexiva, capaz de analizar y meditar. Pero junto a este existe otro sistema de conocimiento, impulsivo y poderoso, aunque a veces ilógico: la mente emocional” (Goleman, 2023, pag. 27)

Sobre la mente emocional, hay que tener en cuenta, que es en gran parte la que nos mantiene con vida, pues como menciona Goleman (2023. Pág. 26) “parece surgir de eones de la ventaja evolutiva de que las emociones y las intuiciones guían nuestra respuesta instantánea en situaciones en las que nuestra vida está en peligro, y en las que detenerse a reflexionar en lo que debemos hacer podría costarnos la vida.” Por lo anterior, encontramos que ante un estímulo de peligro, la mente emocional actúa más rápido, pero es imprecisa, pues reacciona sin mucha reflexión o cálculo, por ejemplo, ante un estallido, una persona se tira al piso pensando que era un disparo de un arma, pero resulta que era la explosión de un globo. En su defecto, la mente racional, depura la información, calcula y busca dentro de las alternativas, cuál es la mejor reacción.

Por regla general las dos mentes se encuentran coordinadas y “existe un equilibrio entre la mente emocional y racional, en el que la emoción alimenta e informa las operaciones de la mente racional, y la mente racional depura y a veces veta la energía de entrada de las emociones.” (Goleman, 2023. Pág. 27). Sin embargo, entre más intenso sea un sentimiento, más dominante se vuelve la mente emocional, y en efecto, “los sentimientos son esenciales para el pensamiento, y el pensamiento lo es para sentimiento. Pero cuando aparecen las pasiones, la balanza se inclina: es la mente emocional la que domina y aplasta la mente racional.” (Goleman, 2023. Pág. 28)

Lo anterior, tiene una base científica en la forma en cómo evolucionó nuestro cerebro, que creció de abajo hacía arriba, donde primero surgió el cerebro emocional, y luego fueron surgiendo el lóbulo olfativo, la capa límbica, y la neocorteza, que es la última capa que surgió en el Homo sapiens, que es “el asiento del pensamiento; contiene los centros que compran y comprenden lo que perciben los sentidos. Añade a un sentimiento lo que pensamos sobre él, y nos permite tener sentimientos con respecto a las ideas, el arte, los símbolos y la imaginación.” (Goleman, 2023. Pág. 30). Lo anterior permite que exista un gran poder de la mente emocional porque “las zonas emocionales están entrelazadas a través de innumerables circuitos que ponen en comunicación todas las partes de la neocorteza. Esto da los centros emocionales un poder inmenso para influir en el funcionamiento del resto del cerebro… incluidos sus centros de pensamientos” (Goleman, 2023. Pág. 31). La diferencia que introduce la neocorteza, es lo que nos hace humanos, pues mientras un animal ante un estimulo puede reaccionar, o atacando o huyendo, un ser humano tiene, más alternativas, atacar, huir, negociar, pedir ayuda, dialogar, someterse, vengarse, etc. La mayor cantidad de alternativas hace la diferencia entre un ser humano y otros seres vivos.

Desde este punto de partida, podemos entender que el ser humano tiene pensamientos y sentimientos, y que en muchas ocasiones, puede actuar de forma reflexiva, pero en otras, puede actuar de forma impulsiva, y de que ambas formas de actuar dependen del individuo, con el manejo de sus emociones. Y de que sus reacciones son naturales e incluso biológicas.

Ahora bien, desde el punto de vista conductual también se debe señalar, que el ser humano requiere de las dos mentes, pues la capacidad de raciocinio no es suficiente para guiar todos los aspectos de la vida, pues muchas dependen de la forma en como percibimos y manejamos nuestras propias emociones y las de los demás. Así por ejemplo, un hombre muy inteligente, por falta de emociones, puede llevar un matrimonio a la desgracia, por no saber mantener una relación afectiva sana con su esposa. Un padre muy inteligente en los negocios, puede padecer de una muy mala relación con sus hijos, si no es capaz de brindar afecto a sus hijos de forma sana. Por ello se plantea que:

“En cierto sentido, tenemos dos cerebros, dos mentes y dos clases diferentes de inteligencia: la racional y la emocional. Nuestro desempeño en la vida está determinado por ambas; lo que importa no es solo el cociente intelectual sino también la inteligencia emocional. En efecto, el intelecto no puede operar de manera óptima sin la inteligencia emocional. (…)

Esto invierte la antigua comprensión de la tensión entre razón y sentimiento: no se trata de que queramos suprimir la emoción y colocar en su lugar la razón, como afirmaba Erasmo, sino encontrar el equilibrio inteligente entre ambas.” (Goleman, 2023. Pág. 49)

En relación con el delito, vamos a ver, cómo los planteamientos de la inteligencia emocional, nos permiten dar explicaciones a comportamientos delictuales.

 

LA IRA COMO CAUSA DEL DELITO.

 

La ira es uno de los sentimientos más dominantes de la razón, y de los más difíciles de controlar. Las personas que no dominan la ira, tienden a resolver todos sus conflictos a través de la violencia, al no encontrar otras alternativas diferentes.

La ira puede ser un sentimiento que surge de un arranque de furia frente a una acción de un tercero, o puede ser una ira calculada, ya racionalizada como la venganza, en la que se calcula en que forma se va a retribuir la ofensa (Goleman, 2023. Págs. 81 y 82)

Garrido (2018), citando a Salazar (en Garrido, 2018. pág 112), también diferencia la ira de la venganza muy similar a como lo hace Coleman:

“Salazar diferenció la ira de la venganza: consideró que un agresor había actuado por ira cuando la reacción violenta era inmediata tras ocurrir un suceso estresor o detonante de la acción homicida, y por tanto no se trataba de una respuesta pausada y determinada; en cambio, la venganza se valoró cuando existió una pausa emocional entre el suceso desencadenante y la acción delictiva, en cuyo caso el sujeto planifica la agresión y comete el crimen después de haber transcurrido cierto tiempo.”

El origen de la ira, es la sensación de encontrarse en peligro:

“El peligro puede estar signado no solo por la amenaza física absoluta sino también, simbólica a la autoestima o a la dignidad: ser tratado de forma injusta o ruda, ser insultado o menospreciado, quedar frustrado en la búsqueda de un objetivo importante. Estas percepciones actúan como el gatillo instigador de una oleada límbica que tiene un efecto real sobre el cerebro. Una parte de esa oleada es la liberación de catecolaminas, que generan un rápido e intermitente ataque de energía, suficiente para un curso de acción vigorosa, como lo expresa Zillmann, como el del ataque o la fuga.” (Goleman, 2023. Pág. 83)

De esta forma, la ira se alimenta de pensamientos negativos que mantienen el sentimiento por un tiempo prolongado después del suceso que la generó. Así por ejemplo, si alguien se le dio por hablar mal a tus espaldas, en tu cerebro comienzan a aparecer pensamientos como, “¿él qué se cree?”, “¿como se atreve a hacerme esto?”, “tanto que me dijo que podía confiar en él”. Esos pensamientos inundan la cabeza, y extienden el estado de ira, además el cerebro sufre un estimulo aderenocortical, “manteniendo el cerebro emocional en disposición especial para la excitación y convirtiéndose en un fundamento sobre el cual se construyan las reacciones subsiguientes con especial rapidez.” (Goleman, 2023 pág. 83) Lo anterior explica:

“…, si alguien ha tenido un día difícil en el trabajo será especialmente vulnerable a sentirse furioso más tarde en su caso por algo -por ejemplo, que los chicos se muestren revoltosos o ruidosos- que bajo otras circunstancias no sería lo suficientemente poderoso para provocar un asalto emocional.” (Goleman, 2023. Pág. 83)

El proceso de la ira se genera a partir de un suceso provocador de la ira, que se va acumulando, y la va potencializando hasta lograr un estallido:

“Cada ola cabalga sobre los restos de la anterior, intensificando rápidamente el nivel de excitación fisiológica. Un pensamiento que se produce más tarde en esta intensificación dispara una intensidad de la ira mucho mayor que el que se produce en el comienzo. La ira se construye sobre la ira; el cerebro emocional se entona. Para entonces la ira, libre de las trabas que impone la razón, estalla fácilmente en una reacción violenta.

En este punto la persona se vuelve implacable y es imposible razonar con ella; sus pensamientos giran en torno a la venganza y la represalia y no le importa cuáles podrían ser las consecuencias. Este elevado nivel de excitación, dice Zillmann, alimenta una ilusión de poder e invulnerabilidad que puede inspirar y facilitar la agresión mientras la persona enfurecida, al carecer de una guía cognitiva, vuelve a caer en la respuesta más primitiva. El impulso límbico es creciente; las lecciones más duras de la brutalidad de la vida se convierten en una guía para la acción.” (Golemán, 2023. Pág. 84))

En un estudio realizado por el profesor Vicente Garrido, se estableció que la mayor causa o justificaciones de los asesinatos múltiples era la ira y la venganza. Menciona Garrido, (2018, pag. 53):

“Los que matan por frustración, ira y venganza: es la motivación esencial de los asesinos múltiples (…) los asesinos por venganza se ven atraídos a esta acción porque precisamente matar es un acto de retribución que implica tener el control y el poder de la situación. (…) los asesinos múltiples buscan afirmar una nueva identidad donde sentirse poderosos mediante la planificación y ejecución del acto de venganza, es decir del homicidio múltiple.”

Y más adelante establece de acuerdo con un estudio que de 31 delincuentes juzgados por asesinatos múltiples,

“27 agresores habían vivido una situación que precipitó la agresión (el 87%): por ejemplo, la discusión previa con alguna de las víctimas, la expulsión de un local, la recaída en el consumo de drogas o el rechazo por parte de la víctima. Uno de los desencadenantes más frecuentes fue el relacionado con problemas en la relación de pareja, como discusión, infidelidad o ruptura, así como la discusión previa con las víctimas fuer del ámbito de la pareja, ambos con siete casos.

En resumen, el móvil mayoritario en el asesino múltiple en España son la ira y la venganza, y estas se proyectan sobre las personas que aquél entiende que le han ofendido o traicionado” (Garrido, 2018, pág. 113)

En este aparte, encontramos nuevamente que la ira se detona en momentos previos a la explosión, incluso con personas diferentes sobre las cuales se descarga, haciendo una proyección hacia las víctimas, del agravio o del hecho desencadenador de la ira.

 

LA AGRESIVIDAD SE TRANSMITE DE GENERACIÓN EN GENERACIÓN.

La falta de alternativas diferentes para resolver los problemas, y la falta de empatía, son generadores de agresiones físicas producidas por la ira. Los niños más pendencieros en la escuela, tienen grandes probabilidades de fracaso escolar y de una vida de criminalidad (Goleman, 2023. Pág. 231). Esos niños que agreden a otros niños, e inician constantemente peleas y riñas, son en su gran mayoría consecuencia de lo que aprenden en sus hogares, donde desafortunadamente los padres implementan un régimen de disciplina severos, que a su vez heredaron de sus padres (Goleman, 2023. Pág. 231)

“Por supuesto, estos niños tratan a los demás como los han tratado a ellos. Y la insensibilidad de estos niños maltratados es sencillamente una versión más extrema de la que se ve en niños cuyos padres son críticos, amenazadores y duros en los castigos que imponen. Estos niños también suelen mostrarse despreocupados cuando sus compañeros se lastiman o lloran; parecen representar un extremo de una serie continua  de frialdad que alcanza su máxima expresión con la brutalidad de los niños maltratados. A medida que avanzan en la vida, como grupo tienen más probabilidades de encontrar dificultades cognitivas en el aprendizaje (no es de extrañar, teniendo en cuenta que su crueldad en el preescolar es un presagio del futuro), son más propensos a la depresión y, como adultos, tienen más probabilidades de meterse en problemas con la ley y cometer más crímenes violentos.” (Goleman, 2023. Pag. 234)

En muchas ocasiones el tratamiento de los niños, depende del humor de los padres, más que de los hechos que realizan, así por ejemplo, si los padres están de buen humor, y los niños realizan hechos graves, puede que no sean castigados tan severamente. Sin embargo, si los padres están de mal humor, puede que una pequeña travesura sea castigada duramente (Goleman, 2023. Pag. 232)

El maltrato infantil y la arbitrariedad con que se imponen los castigos, genera una confusión en los niños, donde ven en todo momento una amenaza de que en cualquier momento alguien los va a golpear, y por ello, siempre se encuentran en estado de alerta y excitación (Goleman, 2023. Pág. 232).

Lo anterior explica, que estos niños al ir a los colegios, se encuentren siempre a la defensiva de sus compañeros, dispuestos a reaccionar agresivamente, frente a amenazas reales o imaginarias, donde distorsionan la realidad, dándole mayor gravedad a amenazas reales, o transforman en sus mentes un hecho común como una agresión de la cual deben defenderse.

“Esta precipitación en el juicio testimonia la presencia de profundos prejuicios perceptivos en gente que es inusualmente agresiva: actúan sobre la base de la existencia de hostilidad o de amenazas, prestándole muy poca atención a lo que realmente esta ocurriendo. Una vez que deciden que una amenaza se cierne sobre ellos, saltan por encima de todo y pasan a la acción. (…) su presunción es la de que existe malevolencia, antes que inocencia; su reacción es de automática hostilidad. Esta percepción de ser objeto de una acción hostil va simultáneamente entrelazada a una agresión igualmente automática; (…) Cuando más actúan de esta forma esta clase de niños, más fácilmente reaccionan con agresión automática y más se reduce el repertorio de alternativas a su alcance, tales como la cortesía o la broma.” (Goleman, 2023. Pág. 272)

Los niños en estas condiciones, son aislados de las relaciones con sus compañeros, pues nadie quiere ser agredido, por lo cual, lo evitan y lo aíslan, lo que le impide a los agresores, comprender otras formas de comunicación personal, y aprender alternativas diferentes a la violencia para resolver sus problemas. Igualmente, los agresores terminan metiéndose en problemas, y terminan siendo castigados, generando también un aislamiento, del agresor de forma institucional, donde en vez de estar aprendiendo, se encuentra cumpliendo con su castigo. También con el castigo, se reafianza la etiqueta de problemático, frente a sus compañeros y frente a sí mismo, llevándolo al rechazo social. Este niño problemático a su vez, comienza a tener amigos similares a él, con los cuales, se va reafianzando su personalidad y comportamiento problemático, siendo el diferente y el aislado.

El fracaso académico se genera por su personalidad problemática, y que tanto maestros como compañeros, terminan evitándolos, y son considerados casos perdidos. Esta situación los hunde en un estado de depresión y de frustración acudiendo al consumo de alcohol y drogas, y a la realización de delitos. En el caso de las mujeres problemáticas, por el contrario, se ha visto una tendencia no hacía la delincuencia, sino al embarazarse a temprana edad. (Goleman, 2023. Pág. 274)

La ira en estos niños se produce con facilidad, pues “tienen un umbral bajo para soportar cualquier malestar, irritándose cada vez con mayor frecuencia, por más cosas. Una vez que se sienten molestos, su pensamiento se confunde, de manera que ven los actos benignos como hostiles, y entonces caen en su viejo hábito de reaccionar con golpes.” Goleman, 2023. Pag. 273)

Según Coleman, los delincuentes juveniles y los estudiantes agresivos comparten un mismo problema mental: “si tienen dificultades con otra persona, inmediatamente la ven en un papel antagónico, aventurando conclusiones sobre la hostilidad que siente hacia ellos, sin buscar información adicional ni intentar pensar en una manera de resolver pacíficamente sus diferencias.” (Coleman, 2023. Pág. 275)

Igualmente, viene el problema de los pensamientos justificantes de la reacción violenta como menciona Goleman (2023) Esta bien pegarle a alguien si uno se volvió loco de rabia o la gente que resulta muy golpeada en realidad no sufre tanto.  Pensamientos que en efecto se deben combatir, así mismo, los que mantienen la rabia. Según algunos estudios expuestos por el profesor Goleman (2023), se han podido mejorar las conductas de niños agresivos, enseñándoles a través de videos, sus actos, mostrándoles como realmente fueron, y las alternativas diferentes a la violencia, que pudieron haber dado, y la percepción de las víctimas y de las demás personas, para así posibilitar empatía y otras maneras de percibir la realidad y resolver los conflictos.

Por último, se plantea que:

“Por supuesto, no hay un único camino hacia la violencia y la criminalidad, y son muchos los factores que pueden colocar a cualquier niño en situación de riesgo: nacen en un vecindario con alta tasa de criminalidad, donde están expuestos a mayores tentaciones de cometer crímenes o actuar con violencia; provenir de una familia con elevados niveles de estrés, o vivir en la pobreza.  Pero ninguno de estos factores hace que sea inevitable una vida dedicada a la violencia criminal. Considerándolos todos al mismo nivel, las fuerzas psicológicas que actúan sobre los niños agresivos intensifican la posibilidad de que terminen como criminales violentos.” (Goleman. 2023. Pags. 274-275)

 

LA IRA Y LOS TIRADORES DE ESCUELA.

En el caso de los tiradores de escuela, o los asesinos múltiples en escuelas o las calles. En estos casos, los asesinos escogen lugares representativos en su historia, donde piensan o imaginan que han recibido alguna ofrenda o humillación, y las víctimas, representan a aquellas personas de las cuales también han recibido agresiones o humillaciones (Garrido, 2018, págs.. 96-97).

Así las cosas, un joven que mate a varios compañeros en su escuela, representa en primer lugar una venganza tanto de los compañeros que lo humillaron, como de la misma escuela que permitió tal humillación, y así se genera una proyección de acuerdo del origen de donde se haya generado tal humillación, que puede ser como trabajador, como cliente, como estudiante.  Así por ejemplo, un estudiante mata a varias estudiantes sin prestar atención a su identidad, sin embargo, este acto significaba para él matar a las mujeres que se habían burlado de él y lo habían rechazado como pareja (Garrido, 2018, pág. 96).

La humillación o el insulto ataca su identidad, haciéndolo sentir fracasado y frustrado, lo que los hace destruir su identidad hacia el pasado, es decir, lo que no quiere ser y lo que los otros los convirtieron, y una solución final, que es atacar a aquellos que los convirtieron así, sin una aspiración hacía el futuro, es decir se embarcan en una misión sin retorno:

“Los tiradores saben positivamente que, en el mejor de los casos serán detenidos y pasarán la mayor parte de sus vidas (si no toda) en prisión; y, en el peor, morirán por su propia mano o a manos de la policía.” (Garrido, 2018. Pág. 97)

Sobre este punto, Garrido (2018, págs. 75-76) menciona cinco etapas que enfrenta el tirador como asesino múltiple:

a)   Sufre graves frustraciones como producto del maltrato familiar o acoso en la escuela, y se siente un bicho raro frente al resto de personas.

b)   Las personas que deben apoyarlo, no lo hacen y no lo protegen, haciendo peor la frustración.

c)    Ocurre un suceso o un hecho devastador, e intolerable para él, que activa su ira y su sed de venganza.

d)   Fantasea con realizar los actos de venganza, y los justifica para reestablecer su dignidad.

e)   Ejecuta el plan de venganza y lo hace realidad.

En resumen, las masacres llevadas a cabo por los tiradores en la escuela, se derivan de un gran sentimiento de ira, que los lleva a vengarse de las humillaciones o los agravios recibidos en un lugar determinado y por determinadas personas.

 

LA IRA Y EL COMPLEJO NARCISISTA.

 

Como se dijo en principio, la ira se desencadena por el sentimiento de peligro, que no siempre se trata de un peligro físico, sino de un ataque también a la dignidad de la persona.

Las personas con complejo narcisista, pueden aparecer de dos formas:

“en la primera, el individuo está orientado hacia la consecución del dominio y el control en las relaciones (narcisismo dominante o grandioso), y se define por un sentimiento grandioso de sí mismo que le lleva a actuar sin miedo en la consecución de sus metas; en la segunda, el sujeto está orientado a evitar y protegerse de las ofensas a su autoestima narcisismo (defensivo) debido a que se siente vulnerable cuando percibe que sus deseos y necesidades no son adecuadamente tomados en cuenta por los demás.” (Garrido, 2018. Pág. 78)

Los efectos de este tipo de narcisimos, es que carecen de empatía con las personas que los rodean, haciendo prevalecer sus intereses siempre, y tienen una necesidad precaria de tener relaciones cercanas o íntimas, pues los consideran siempre inferiores (Garrido, 2018. Pag. 79). El narcisista es egoísta, es humillante y destructor, ataca el autoestima de los demás para disminuir y menospreciar a los demás para exaltarse a sí mismo.

De esta manera, es fácil desatar la ira de un narcisista al atacar su ego y su imagen, creada por ellos mismos, y ello, los puede conducir incluso a realizar delitos. Por ejemplo, un esposo narcisista, puede matar a su esposa que lo amenaza con abandonarlo, pues, afecta su imagen y su ego.

Pero el modo de actuar de las dos clases de narcisistas es diferente:

“A diferencia del tipo dominante o grandioso, que actúa proactivamente, sin miedo de ir en pos de conseguir sus deseos de prestigio, admiración y poder, el defensivo responde sobre todo reaccionando a las amenazas que percibe en el ambiente; es de natural ansioso e inhibido, con emociones inestables (neurótico), va acumulando ira y resentimiento, y su potencial de violencia puede entenderse como directamente proporcional a la ira acumulada por la percepción y acumulación de ofensas recibidas a su yo.” (Garrido, 2018. Pág. 79)

Esto implica, que mientras el narcisista dominante te atropella y no acepta un no o un rechazo, el defensivo, reacciona con ira luego de acumular rechazos y humillaciones. La ira del primero se desencadena al no lograr lo que quiere o al no poder imponerse, y la ira del segundo, se desata en defensa del ego mancillado.

 

LA IRA Y EL TERRORISMO

Así como el tirador en los colegios y en las calles, el terrorista también tiene un proceso similar para realizar sus actos (Garrido, 2018. Pág. 213):

1)   Sentirse agraviado o justificado, en este sentido por ejemplo, se sienten agraviados por motivos políticos, económicos, religiosos o personales. Han sufrido una pérdida, una humillación, que al mismo tiempo pueden ser exacerbados por trastornos psicológicos.

2)   Llegan a considerar a la violencia como único camino para reivindicar la ofensa recibida. Imitan o se inspiran en otros que han utilizado la violencia de la misma manera y los veneran como mártires.

3)   Investigan y planifican, el acto de venganza, tomando la información de su víctima.

4)   Preparación, se preparan psicológicamente y logísticamente para realizar el acto terrorista.

5)   Oportunidad: buscan una brecha en la seguridad o vulnerabilidad de la víctima para ejecutar el plan.

6)   Ataque, consumación del acto violento.

En este sentido vemos cómo la ira por un agravio puede generar una reacción violenta de tipo terrorista, en la que la ira planificada y racional es una venganza, que se justifica y se fundamenta por mucho tiempo hasta la ejecución del acto terrorista.

En efecto, dentro del proceso del acto terrorista siempre existe un proceso de justificación y de pensamientos que mantienen el estado de ira, y que promueven la reacción violenta como única forma de solución a la humillación o insulto recibido.

 

LA PREOCUPACIÓN Y LA OBSESIÓN COMO CAUSA DEL DELITO.

 

La preocupación es un estado mental en el que se vigila un peligro potencial, que ha sido uno de los éxitos de nuestra evolución. Preocuparnos, implica planificar la solución de un problema y sus múltiples efectos. La preocupación puede explicarse de la siguiente manera:

“Cuando el temor pone en marcha el cerebro emocional, parte de la ansiedad resultante fija la atención en la amenaza que está a mano, forzando a la mente a obsesionarse acera de la forma de enfrentarla y pasar por alto cualquier otra cosa, de momento. En cierto sentido, la preocupación es un ensayo de lo que podría salir mal y cómo enfrentarse a ello; la tarea de la preocupación es alcanzar soluciones positivas con respecto a los peligros de la vida anticipándose a los riesgos antes de que estos surjan.” (Goleman, 2023. Pag. 88)

Visto desde esta perspectiva, la preocupación no sería un problema, sin embargo, cuando sencillamente la mente se centra en el problema, sin llegar a una solución positiva, puede generar un trastorno de ansiedad:

“Cuando este mismo ciclo de preocupación se intensifica y persiste, se hace más confusa la línea que lo separa de los auténticos asaltos nerviosos, los trastornos de ansiedad: fobias, obsesiones y compulsiones, ataques de pánico. En cada uno de estos trastornos la preocupación se fija de una forma definida; en el caso de la fobia, las ansiedades se fijan en la situación temida; en el caso de la obsesión se fijan en evitar alguna calamidad temida; y en los ataques de pánico, la preocupación se concentra en un temor a la muerte o en la posibilidad de tener el ataque mismo.” (Goleman, 2023. Pag. 89)

La preocupación mal manejada, es entonces dañina, y genera neurosis y obsesión, de acuerdo con el pensamiento que se desarrolle en la preocupación.

“Por lo general las preocupaciones siguen ese curso, una narrativa dirigida a uno mismo que salta de preocupación en preocupación y con mucha frecuencia incluye las catástrofes imaginando alguna tragedia terrible. Las preocupaciones se expresan casi siempre en el oído de la mente, no en su ojo -es decir en palabras, no en imágenes-, hecho que tiene importancia para el control de la preocupación.”(Goleman, 2023. Pag. 90)

La relación de una preocupación con un delito, sugiere que “las personas que se preocupan en exceso y de una manera crónica lo hacen con respecto a una amplia gama de asuntos, la mayoría de los cuales casi no tienen posibilidades de ocurrir; estas personas ven en la vida peligros que otros jamás perciben.” (Goleman, 2023. Pág. 90), lo anterior genera sin lugar a dudas trastornos sobre la percepción de la realidad, y formas de reacción violenta, frente a amenazas inexistentes, como por ejemplo, un esposo celoso que mata a su esposa por sospechar que lo esta engañando. El jefe de una pandilla ordena matar a una persona por sospecha de que lo está traicionando o que lo puede matar. El jefe de estado que mata a varios ciudadanos por sospecha de traición. El jefe de un Estado ataca a otro por considerarlo una amenaza.

 

LA DEPRESIÓN COMO CAUSA DEL DELITO.

Las personas que entran en depresión, es decir se sumergen en un estado de tristeza y desaliento frente a la vida, por causa de pensamientos y preocupaciones, se aíslan y pierden la capacidad para enfocarse en otras cosas y de comunicarse.

Las personas depresivas generan conflictos con otras personas debido a su estado de depresión. Pierden la capacidad para enfocarse, resolver problemas, y realizar trabajos, y comienzan un ciclo de frustración y tristeza, y posteriormente un fracaso laboral y académico.

Así las cosas, las personas que se deprimen tienen una percepción limitada de la realidad, que le genera problemas de relación con las personas, con su entorno laboral y con sus amistades. Esa sensación de tristeza o frustración puede ir acompañada de reacciones violentas, desproporcionadas o inadecuadas en el entorno social en que se mueven, llegando incluso a delitos, y también al suicidio.

Ahora bien, la depresión por frustración es muchas veces manejada por las personas que la sufren con alcohol y con drogas, buscando un alivio a dicho estado. Así podemos encontrar que la depresión puede llevar al alcoholismo y a las drogas (Goleman, 2023. Pág. 293).

La depresión en los niños va a creando unos efectos muy severos:

“En realidad, cuando se ha comparado a los niños que padecen depresión con aquellos que no la padecen se los ha hallado socialmente ineptos, con menos amigos, menos elegidos por los otros como compañeros de juegos, menos populares, y con más problemas de relación con los demás.

Un costo adicional para estos niños es su pobre desempeño escolar; la depresión interfiere su memoria y su concentración, haciéndoles más difícil prestar atención en clase y retener lo que se les enseña. Un niño que no siente alegría ante nada encontrará que es difícil reunir la energía necesaria para enfrentar lecciones que son un desafía, perdiéndose la experiencia que fluye del mismo aprendizaje.” (Goleman, 2023. Pág. 281)

La depresión puede ser el origen de una reacción violenta, luego de pensar que no existe solución a un problema, deferente a un ataque, a una agresión, a un asesinato o a un suicidio. Se trata de ese desaliento que trastorna la realidad, la hace insuperable, inaceptable o insoportable, tomando soluciones drásticas como el ataque la violencia.

La pobreza es un factor que genera depresión en los niños:

"La pobreza en sí misma les da golpes emocionales a los niños: los más pobres, a la edad de cinco años, ya se sienten más atemorizados, ansiosos y tristes que sus pares más acomodados, y tienen más problemas de conducta, como rabietas frecuentes y el destrozo de objetos, una tendencia que se prolonga en la adolescencia. la presión de la pobreza también corroe la vida familiar; en ella tienden a existir menos expresiones de calidez paternal, hay más madres deprimidas (que a menudo son solteras y desocupadas), y se confía mucho en la ventaja de castigos rudos, como gritar, pegar y proferir amenazas físicas. (Goleman, 2023. pág. 296)

 Así podemos observar, que la pobreza es un factor de riesgo que afecta en gran forma el componente emocional de los individuos y su ambiente familiar, haciéndolos proclives tanto a la depresión, como la violencia, que son dos factores que conducen a la delincuencia, porque los dejan al margen de las relaciones sociales, los deprimidos por que se aíslan, por su sentimiento de apatía y melancolía, que los vuelve ansiosos, tímidos y retraídos socialmente, y a los violentos porque tienen ataques de furia, y tienden a reaccionar violentamente al percibir hostilidad donde realmente no la hay (Goleman, 2023. pág. 289). Estos dos tipos de personalidades son excluidos y rechazados por sus pares, quedando en desventaja en sus relaciones interpersonales, y al no aprender formas distintas de relacionarse, siguen teniendo los mismos problemas que tenían como niños, cuando llegan a la adultez, así que siguen teniendo ataques de furia y ansiedad.

Otro problema relacionado con estos inconvenientes, es la propensión al consumo de drogas y alcohol. Los jóvenes consumen drogas y alcohol cuando se encuentran deprimidos o ansiosos, estas sustancias les permiten calmar temporalmente, y cuando utilizan este recurso a menudo para calmarse pueden caer en el alcoholismo y en la drogadicción, "Para cuando abandonan la escuela secundaria, el 90% de los estudiantes que han probado el alcohol, aunque el sólo el 14% de ellos se convierte en alcohólicos, de los millones de norteamericanos que han probado la cocaína, menos del 5% se vuelve adicto. (Goleman, 2023, pág. 292). 

El consumo de alcohol y de drogas es causa de muertes por accidentes de tránsitos, sobredosis, e incluso de delitos sexuales, donde se menciona que "el 90% de todas las violaciones denunciadas en los campus universitarios ocurrieron cuando el asaltante o la víctima -o ambos- habían estado bebiendo. Los accidentes relacionados con el alcohol son la principal causa de muerte entre los jóvenes desde los quince a los veinticuatro años." (Goleman, 2023, pág. 292)

Así las cosas, cuando un chico tiene ansiedad por depresión, o impulsividad (agitación y tedio), y descubre que el alcohol se las calma, puede sentir un alivio momentáneo, y luego de que pasa el efecto, empeoran la depresión, y pueden generar un problema mayor que es la adicción. Igualmente, en el caso de las drogas, el principal afectación emocional es el manejo de la ira y las explosiones de furia, que se puede calmar también de forma momentánea, pero que puede generar la adicción (Goleman, 2023, pág. 295).


LA FALTA DE EMPATÍA COMO CAUSA DEL DELITO

La empatía es una cualidad que le permite a las personas ponerse en los zapatos de otra, o en el lugar de la otra, interpretar y comprender sus sentimientos, y comportarse conforme a dicha comprensión.

La falta de empatía, genera torpeza social, es decir, una persona que no logra comprender los sentimientos de otra, no logrará generar una comunicación afectiva con ésta, por lo que termina siendo rechazada. Así no habría forma que una persona sin empatía, pueda llevar una relación afectiva con su pareja o con sus hijos, ni mucho menos, podría tener amistades cercanas o compañeros de trabajo que fueran sus amigos.

La falta de empatía, genera una torpeza social del individuo que la padece, que al no comprender el mensaje no verbal, ni los sentimientos de los demás, los pasa por alto, y genera inconvenientes en el proceso de socialización.

En el tema criminal, la falta empatía genera los delincuentes más crueles y sádicos, como son los agresores sexuales, los psicópatas y los esposos maltratadores y abusadores.

En el caso de los abusadores sexuales, la falta de empatía se traduce en la distorsión del dolor de la víctima, y la justificación de sus actos:

“Esta incapacidad para sentir el dolor de sus víctimas les permite decirse mentiras que estimula su crimen. En el caso de los violadores, las mentiras incluyen, entre otras, “las mujeres realmente quieren ser violadas”, o “si ella se resiste, lo que hace es esforzarse por acabar”; en el caso de los abusadores de niños, las mentiras pueden ser: “No estoy haciéndole daño a la criatura, solo mostrándole amor”, o “esto solo es otra forma de afecto”; en el caso de los padres que maltratan físicamente a sus hijos, “esto solo es disciplina”. Todas estas autojustificaciones están extraídas de lo que las personas tratadas por estos problemas dicen haberse dicho mientras agredían brutalmente a sus víctimas o se preparaban para hacerlo.” (Goleman, 2023. pág. 134)

En el caso de los abusadores sexuales, Goleman (2023. Pág. 134), explica el ciclo de la violencia y los problemas de tipo psicológico que enfrenta el delincuente al realizar su crimen:

“El ciclo comienza cuando el abusador se siente perturbado: furioso, deprimido, solitario. Estos sentimientos podrían ser activados, por ejemplo, al ver parejas felices en la televisión y a continuación sentirse deprimido por estar solo. Entonces el abusador busca solaz en su fantasía favorita, que suele ser la de una calidad amistad con un niño; la fantasía se convierte en una fantasía sexual y termina en masturbación. Posteriormente, el abusador siente un alivio pasajero de tristeza, pero ese alivio es fugaz; la depresión y el sentimiento de soledad vuelven, aun más acentuados. El abusador empieza a pensar en convertir la fantasía en realidad, dándose justificaciones como: “No estoy causando ningún daño real si el chico no resulta dañado físicamente” y “Si un niño no quisiera realmente tener una relación sexual conmigo, podría evitarlo”.

En este punto, el abusador ve a la criatura a través de la lente de la fantasía perversa, y sin empatía por lo que un niño real sentiría en esa situación. Ese desapego emocional caracteriza todo lo que sigue, desde el consiguiente plan para encontrar a la criatura a solas, hasta el cuidadoso ensayo de lo que sucederá, y luego la ejecución del plan. Todo esto es perseguido como si la criatura en cuestión no tuviera sentimientos propios; en lugar de eso, en su fantasía el abusador imagina la actitud cooperativa de aquella y no tiene en cuenta sus sentimientos de repulsión, temor y disgusto. Si estos se manifestaran, las cosas quedarían arruinadas para el abusador.” (Goleman, 2023. Pags. 134-135)

A contrario censo de lo que ocurre en la mente de un abusador, si existiera empatía, pensaría como una persona normal, en tanto que entendería el dolor y el daño que le está causando a la víctima, no podría concebir una fantasía sexual, y reforzaría su inhibición a necesidades sexuales perversas (Goleman, 2023. Pág. 135) Según un tratamiento aplicado a varios violadores, en el que se buscaba enseñarle a los delincuentes, lo que sufrían las víctimas, las consecuencias, y hacerlos pensar en qué sentirían realmente las víctimas, se logró, disminuir la reincidencia de estos delincuentes a la mitad. (Goleman, 2023. Pág. 135)

Por otro lado, se encuentran los psicópatas a los cuales, no hay muchas esperanzas de inculcar empatía, pues su principal rasgo es “la incapacidad de sentir la menor empatía o compasión, o el menor remordimiento, es el más desconcertante de los defectos emocionales. El núcleo de la frialdad del psicópata parece asentarse en una incapacidad para hacer algo más que conexiones emocionales absolutamente superficiales. Los criminales más crueles, como los sádicos asesinos en serie que se deleitan con el sufrimiento que sus víctimas experimentan antes de morir, son la personificación de la psicopatía.” (Goleman, 2023. Págs. 135-136)

Así también, los psicópatas como los abusadores comienzan el ciclo de la violencia a partir de la depresión y la tristeza, de sentirse solo, y comienzan a acumular ira en contra de determinadas personas, teniendo fantasías agrediéndolas, y posteriormente ejecutando y haciendo realidad dichas fantasías.

En el caso de los esposos maltratadores, se descubrió una clase de maltratadores que a diferencia de la mayoría, que reaccionan de forma violenta de manera instintiva, y las agresiones se dan casi que inmediatamente del hecho generador (reacciones por celos, rechazos o abandono), éstos, en vez de aumentar el ritmo cardiaco, lo disminuyen, por lo que su violencia parece más calculada, y la ejerce como un método de terrorismo hacía sus mujeres, causándoles temor:

“… estos golpeadores calculadores azotarán a sus esposas al parecer sin motivo y, una vez que empiezan, nada de lo que ellas hagan -ni siquiera el intento de marcharse- parece contener su violencia.”

También se aclara sobre este punto, que existen otras situaciones que no tienen bases biológicas, sino que surgen de acuerdo de las condiciones específicas del delincuente:

“Una podría ser que un tipo perverso de habilidad emocional -intimidar a otras personas- tiene un valor de supervivencia en los barrios violentos, como podría tenerlo el dedicarse al crimen; en estos casos, demasiada empatía podría ser contraproducente. En efecto, una oportunista falta de empatía puede ser una virtud en muchos papeles de la vida, desde el poli malo que interviene en los interrogatorios policiales, hasta el asaltante que actúa con una banda. Los hombres que han sido torturadores de estados terroristas, por ejemplo, describen cómo aprenden a disociarse de los sentimientos de sus víctimas con el fin de hacer su trabajo. Existen muchas vías para la manipulación” (Goleman, 2023. Págs. 136-137)

Como se dijo, el sadismo y la crueldad extrema de un criminal surgen del bloqueo de la empatía, es decir de la negación del dolor de otro. Ya sea por razones biológicas, sociales o psicológicas, el bloquear la empatía, genera la negación al dolor, la justificación del acto a través de pensamientos retorcidos, y la falta de inhibición o bloqueo, tanto de las fantasías previas, como de la conducta como tal.

 

BIBLIOGRAFÍA

 

Baratta, Alessandro (2004). Criminología crítica y crítica del derecho penal. Siglo veintiuno editores Argentina.

Garrido, Vicente (2018) Asesinos multiples y otros depredadores sociales. Ariel.

Goleman, Daniel (2023) la inteligencia emocional. Penguin Random House Grupo Editorial.

Zaffaroni, Eugenio (2013) La cuestión criminal. Grupo editorial Ibáñez.

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