LOS EFECTOS ECONÓMICOS DE LA PENA
La pena impuesta a un recluso por la comisión de una conducta punible, es también una función del Estado que implica unos costos económicos.
La mayor parte de la sociedad ignora los costos económicos de mantener a personas recluidas en las cárceles por años, o por toda su vida. Desde el análisis económico del derecho, las sociedades deben sopesar cuando dinero deben invertir en su sistema carcelario, y qué tanto beneficio le trae el modelo a la sociedad.
Entre más largas sean las penas en años, mayor son los recursos que debe invertir el Estado en un recluso. Si se trata de cadenas perpetuas o penas de más de 40 años, que son asimilables, el Estado entiende que esta persona no saldría viva de la prisión. Así las cosas, se trata de un cupo carcelario que solo se liberará con la muerte del recluso, lo cual, también aumenta las cifras de hacinamiento, porque genera el problema de que sean más los reclusos que entran de los que salen. El hacinamiento a su vez hace que se tengan que construir más cárceles, y se tengan que invertir más recursos para ello.
Por otro lado, los efectos psicológicos del encierro por años, hacen que una persona se desadapte de la vida en sociedad, haciendo nulo el supuesto fin de resocialización desde la prisión. La persona se deshabitúa a vivir en sociedad, a tener relaciones sanas sin que dependan de la violencia (propia del trato carcelario y el trato entre delincuentes). La cárcel moldea a los reclusos, en la forma de tratar, de ser tratados, del concepto de trabajo, de comida, de horarios, y de la forma en que deben satisfacer sus necesidades primarias.
Los psicólogos conciben, por todos los efectos adversos que produce el encierro, a la cárcel como maquinas de destrucción de los seres humanos, pues quien permanece en ellas en mucho tiempo, no vuelve a la sociedad sin problemas comportamentales serios. Desde este punto de vista, la cárcel al destruir al individuo que ingresa en ella, también destruye sus posibilidades de producir económicamente.
Muchos delincuentes reinciden en el delito, pues no encuentran otra forma de ganarse la vida, muchos lo hacen para volver a ser recluidos y volver a recibir comida y un techo. Otros no encuentran trabajo lícito, y son reclutados por bandas criminales. Y otros solo están ansiosos de cumplir su pena, para retomar sus actividades ilícitas y vengarse de sus competidores o de las autoridades que los apresaron.
Así las cosas, los programas de resocialización en las cárceles no son muy efectivos, en principio porque las penas extensas no resocializan, y porque la pobreza, la delincuencia y la falta de oportunidades hacen que las personas que salgan de las cárceles, no encuentren un ambiente propicio para retornar a la sociedad y dedicarse a actividades lícitas.
La corrupción en las cárceles, y la falta de interés real en la resocialización, también juegan un papel importante en la falta de efectividad del sistema carcelario. Los corruptos se apropian de los recursos de las cárceles, haciendo las condiciones carcelarias invivibles y miserables, como la mayor parte de la sociedad esta de acuerdo que sean, pues para la sociedad, el delincuente debe podrirse en la cárcel, y cualquier tipo de beneficio está demás. Concepción que raya con los derechos de las personas contenidos en la Constitución, donde por ningún lado se encuentra que un recluso tenga que vivir en condiciones miserables, sin ropa, sin jabón, sin sábanas, o dormir en el suelo, o no tener un baño digno, y no tener una alcoba digna para dormir. El único derecho que se puede restringir según la Constitución y la Ley es la libertad, pero cualquier otro trato cruel, degradante o indigno se encuentra prohibido.
La mayor parte de las cárceles no son productivas, no tienen programas laborales que les permitan a los reclusos producir un salario para mantener a sus familias, y por ello, son sus familias las que tienen que sostener a los reclusos, y por eso, muchos son abandonados a su suerte.
Si bien, no todos los reclusos podrían resocializarse por problemas serios, como los psicópatas y los violadores sexuales, sí existen otros reclusos que por sus delitos si pueden tener procesos de resocialización. Si no se pone atención al proceso de resocialización en las cárceles, se estaría invirtiendo muchos dineros y recursos a tras de nada, y sobre todo, sin generar efectos positivos en la sociedad.
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