martes, 4 de marzo de 2025

El chivo expiatorio


En criminología el concepto del chivo expiatorio es utilizado para señalar el efecto del derecho penal en la sociedad, donde por condenar a un sujeto como responsable de uno o varios delitos que se  vienen cometiendo frecuentemente en un momento determinado, con el propósito de que la sociedad sienta alivio, rexupere la confianza en el Estado y mejore la percepción de seguridad, a pesar de que no sea el único delincuente dedicado a ese tipo de delitos.

En cierta medida, el sistema penal demuestra su eficacia capturando y condenando a un delincuente a quien le cae todo el peso de la Ley, casi que olvidando al resto de los delincuentes que también cometían los mismos hechos, quienes quedan favorecidos con el manto de la impunidad.

Así pues se afianza la prevención general, enviando un doble mensaje, a la sociedad, para que rechace el delito, y hacia el delincuente, de lo que le puede ocurrir si viola la Ley. También se puede hablar en términos funcionalistas, del reforzamiento de la vigencia de la norma.

La teoría del chivo expiatorio se basa en la dificultad real del Estado de colocar a todos los delincuentes tras las rejas, y por tanto, de tomar como alternativa, la selección de uno o algunos para demostrar en ellos, su eficacia.

En los casos de justicia transicional en los que se trata de garantizar el derecho a la justicia luego de un proceso de paz, se dispone hacer priorizar la judicilizacion de los principales líderes de ambas partes vinculadas en el conflicto, dejando a parte mandos medios y los llamados soldados razos. Afianzando la idea de que al judicializar a los líderes se cumple con el fin de la justicia.

En el mismo sentido, cuando un Estado decide desmantelar una organización terrorista o criminal, se concentra en la busqueda y persecucion de los líderes de las mismas, para juzgarlos, casi que ignorando al resto de personas que las conforman.

El problema con ello, es que al priorizar la persecución de unos y olvidar a otros, se busca decir que las organizaciones criminales se pueden tratar como matar a una serpiente al atacar su cabeza, Pero la realidad es otra, pues las organizaciones criminales son más parecidas a una lombriz a la que si le cortas una parte, ella misma se regenera, es decir, que al matar al líder, no acabas a la organización, pues un subalterno lo reemplazará. También puede ocurrir, el efecto de un panal de abejas, que al golpearlo con una piedra, las abejas se dispersan, atacan y luego se reagrupan o se dividen en varios grupos, pero no desaparecen.

Al mismo tiempo, al no perseguir a los otros menos importantes, también se olvida a todas las víctimas que sufrieron el embate directo de estos que si bien, no tenían un mando relevante, si eran los encargados de ejecutar directamente las órdenes de los otros, y eran los que realizaban materialmente los actos. Y aquí se pregunta, quien es más importante, el que da la orden o quien dispara? En el derecho penal tradicional quien dispara tiene mayor importancia, pero la teoría moderna de la autoría mediata por dominio de la organización, invierte la importancia, en quien da la orden. El problema real es, cómo puede ver la justicia una víctima, cuando quien ordenó su rapto y tortura está en la cárcel, pero quién ejecutó la orden pasa por el frente de su casa libre, todos los días.

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