¿QUE PASA EN EL CEREBRO DE UN
PSICOPATA?
EL PERFIL COMPORTAMENTAL DEL
PSICOPATA.
Uno de los mayores problemas
del derecho penal son los psicópatas. Son los delincuentes más peligrosos y más
proclives a delinquir o a reincidir. Se han definido como personas malvadas sin
capacidad de empatía, y de bajo sentimiento de culpa, muy proclives a
convertirse en asesinos seriales o violadores seriales.
Se plantea que padecen de
capacidades sociales, al carecer de empatía no comprenden los sentimientos o
las conductas de los demás, y a su vez, se sienten incomprendidos, debido a
ello, cargan un odio hacia la sociedad que no los comprenden, y comenten sus
delitos como forma de protesta o rebelión hacia esa sociedad que los satura y
oprime.
“Un
tipo sin conciencia, ajeno a la comunidad moral, por cuanto que las emociones
morales características del ser humano le son ajenas o como mucho un eco
lejano. En el psicópata están plenas las emociones morales negativas como la
envidia, la ira o el odio, pero las de naturaleza positiva (empatía, compasión,
responsabilidad, afecto, piedad, lealtad) no resultan disponibles en sus
recursos cerebrales. Esto es una limitación muy grave para una integración real
(no simulada) en el tejido social que conforma su mundo, y en particular en el
bienestar de aquellas personas que están más cerca de él. Por eso decimos que
el psicópata aprende a simular las emociones; con la práctica, particularmente
si no proviene de un ambiente marginado y ha tenido oportunidades para educarse
y prosperar laboralmente de un modo normal, va registrando qué tipo de
expresiones son las convenientes de acuerdo con el contexto en el que se
desenvuelve.” (Garrido, 2018)
Además de las limitaciones
sociales antes dichas, que les impiden relacionarse bien con otras personas,
los psicópatas también tienen limitaciones afectivas:
“…
falta de consciencia (no hay moral que le vincule y por ello no hay sentimiento
de culpa ni remordimientos), incapacidad de amar o, lo que es lo mismo, afectos
superficiales egocéntricos y un pobre juicio moral, no porque no sepa lo que
esta bien o mal, sino porque el psicópata le resultan incognoscibles las
sutilezas emocionales y los elementos del contexto que son apropiados para
comprender la valoración moral de los hechos.” (Garrido, 2018)
Ahora bien, las
características de un psicópata pueden variar y combinarse, de acuerdo con el
desarrollo de la personalidad y las circunstancias familiares y ambientales, y
lo más importante aún, hay que decir que no todos los psicópatas desarrollan el
perfil de asesino, pues hay psicópatas integrados en la sociedad, que no
cometen actos violentos:
“Una
gran mayoría de los psicópatas están integrados: nunca han pisado una cárcel ni
lo harán, porque son capaces de controlar sus deseos de explotación del otro
sin incurrir en la violencia. El término psicópata pues no es sinónimo de
asesino en serie: si bien la mayoría de los asesinos seriales son psicópatas, a
su vez la gran mayoría de éstos no son asesinos en serie; de hecho la mayoría
ni siquiera son delincuentes violentos eso no significa que sean ciudadanos
modelos: son capaces de pasar su vida entre nosotros sin llamar la atención de
las autoridades, aunque, por otra parte, la lógica nos lleva a concluir que
detrás de las desapariciones y crímenes sin resolver que se producen cada año
debe esta la mano de psicópatas integrados, es decir, no detectados ni
identificados.
En
ocasiones podemos vislumbrar la clara influencia de la psicopatía cuando un
sujeto integrado comete un hecho brutal.” (Garrido, 2018)
En este planteamiento, se
considera importante, que sí existen psicópatas integrados en la sociedad, que
no han realizado delitos, pero que realizan otro tipo de conductas para
satisfacer sus deseos de explotación del otro.
EL FUNCIONAMIENTO DEL CEREBRO
EN EL PSICOPATA.
De acuerdo con varios
estudios que se han realizado, patrón comportamental de un psicópata tiene una
explicación científica, según el profesor Garrido (2003) los cerebros de los
psicópatas tienen unas características muy peculiares, que influyen en su
comportamiento.
La primera de ellas, es un
reducido funcionamiento prefrontal del cerebro, área del cerebro que controla
los impulsos primitivos. En virtud de ello, el sujeto tiende a comportamientos
arriesgados, irresponsables, e ilegales, a su vez sucumben a los impulsos y
tienden a la agresividad y a la violencia. Por otra parte, el bajo
funcionamiento prefrontal del cerebro disminuye la capacidad para resolver
problemas, y afecta la socialización, para tratar problemas, por lo cual tiende
a la violencia y la agresión. También reduce la capacidad para pensar y
racionar, y con ello, tiende al fracaso escolar, a problemas económicos y por
frustración, una tendencia a la vida delictiva y violenta. (Garrido, 2003)
Baja actividad en el lado
izquierdo prefrontal del cerebro, con lo cual se disminuye el raciocinio y la
lógica, generando el fracaso escolar y la tendencia a la violencia. Igualmente,
la baja actividad de esta parte del cerebro, disminuye el control sobre las
emociones negativas que se originan en el lado derecho del cerebro. En igual
sentido, un bajo funcionamiento del lado izquierdo que comprende la amígdala,
el hipocampo y el tálamo, genera problema para comprender las emociones y de
los estímulos afectivos. (Garrido, 2003) También se demostró a través de un
estudio, que los psicópatas tienen menor sobresalto, frente a estímulos
aversivos, y además que no aprecian el significado emocional de un evento.
El profesor Raine (citado por
Garrido, 2003), considera que los maltratos físicos desde bebé y desde niño,
pueden causar que las fibras blancas que ligan la corteza con otras estructuras
cerebrales se rompan, dejando a todo el cerebro libre del control frontal. El
maltrato, puede generar un trauma que puede generar una enfermedad neurológica
o psiquiátrica que impide el control de los impulsos violentos. Así mismo, las
lesiones cerebrales cuando afectan la parte prefrontal, generan un
funcionamiento errático del cerebro que también impide los impulsos violentos
(Garrido, 2003).
En todo caso, los estudios de
los psicópatas, se ha comprobado que los niños sometidos al maltrato y a
ambientes de caos, desarrollan en la vida adulta comportamientos antisociales y
delincuenciales. Igualmente, se ha logrado también establecer que los psicópatas
tienen en común, ausencia de vínculos afectivos con los padres, la ausencia de
la atención materna, y haber tenido un padre con rasgos psicópatas, por lo
cual, también se cree que es hereditario. (Garrido, 2003)
Por último, advertir los
rasgos psicópatas de acuerdo con los estudios (Garrido, 2003):
Locuaz en su discurso
Sentido desmesurado de
autovalía (egocentrismo)
Mentiroso por naturaleza
Estafador.
Afecto superficial, incapaz
de profundizar las relaciones que establece.
Insensible y despreocupado
por los derechos de los demás.
No siente culpa.
No se responsabilidad de sus
propias acciones.
Apático con cualquier
actividad productiva.
Impulsivo, se guía por sus
deseos y caprichos.
Irresponsable, realiza
acciones que colocan en peligro su propia vida o la de otros.
Parasitario, vive de los
demás.
No tiene metas ni objetivos
claros en la vida.
Versatilidad criminal
LOS PSICOPATAS DESDE EL
PSICOANÁLISIS.
De acuerdo con algunos
autores del psicoanálisis, el psicópata es una persona que no desarrollo el
superyó, y que se deja llevar por sus instintos más básicos:
“… es
preciso hacer una distinción entre el criminal neurótico y el criminal
psicópata, puesto que en el criminal psicópata puro los actos delictivos no son
una consecuencia de conflictos psíquicos, sino una libre exteriorización de la
personalidad fálico narcisista.” (Jiménez, 1982. pág. 48)
En este orden de ideas, el
psicópata no tiene el conflicto entre el yo y el superyó, y su comportamiento
delictivo se origina del demostrar su superioridad frente a la sociedad y
frente a la víctima.
Otra postura del
psicoanálisis del psicópata es la siguiente:
“Los
actos delictivos del psicópata criminal pueden compararse a los actos de un
perverso sexual, los que, sabemos, no son una exteriorización pura y libre de
un instinto parcial, sino que son consecuencias de represiones y de otras
elaboraciones psíquicas de los instintos, a consecuencia de la actuación del
superyó.” (Jiménez. 1982. Pág. 49)
De acuerdo con esta postura,
el psicópata no es que deje libre sus instintos, y que no tenga un superyó, al
contrario, el superyó se crea de forma anómala, y produce unas represiones tan
fuertes, que el psicópata se siente liberado al realizar el delito, por lo que
su conducta obedece a un acto de rebeldía frente a la represión que el siente
interiormente.
“… la
teoría psicoanalítica afirma que aun antes de la creación del superyó el
individuo fálico (si es que este individuo existe en estas condiciones)
reconoce la existencia inhibidora del mundo exterior y no satisface sus
instintos en plena libertad, como lo demuestra también la existencia en él de
temores.” (Jiménez, 1982. pág. 49)
Así las cosas, es de
considerar que el psicópata en efecto si tiene un superyó, teniendo en cuenta
es capaz de tener una doble vida, donde en una sigue los parámetros de la vida
en sociedad, y en la otra comete delitos con la finalidad liberadora de su personalidad.
También se puede decir, que
sí padece de conflictos psíquicos, pues comete los delitos como una forma de
rebeldía en contra de la sociedad que no lo comprende y que él no comprende
-debido a su incapacidad de empatizar con otros-, por lo que reacciona a una
represión interna y externa, a través del delito.
Ahora bien, a diferencia de
otros criminales, el psicópata tiene un componente narcisista, dirigido a
demostrar su superioridad frente a la víctima a la cual agrede sin
consideración, demostrándole así que es superior y que está vencida y
humillada. Igualmente, el comportamiento delictivo del psicópata tiene la
finalidad de demostrar su superioridad a la sociedad, enviando un mensaje de
mira todo lo que hago y no eres capaz de hacerme nada, no puedes enfrentarte a
mí, o no puedes atraparme.
De ese trastorno narcisista
se deriva el hecho, de darse un nombre importante, de que no lo confundan con
otros que el considera inferiores, que no digan lo que realmente ocurrió y que
le resten importancia a sus actos, o le quiten el factor de inteligencia o
creatividad de los mismos. ¿Quieres provocar a un psicópata? Ataca su ego.
LA PSICOPATÍA COMO ESTRATEGIA
DE VIDA
Otra teoría sobre lo que
ocurre con los psicópatas, plantea un enfoque diferente basado, en que los
psicópatas no presentan lesiones cerebrales relevantes, y si las presentan son
mínimas, de tal forma, que lo que se plantea son problemas del funcionamiento
de partes del cerebro, pero no lesiones.
En virtud de ello, se plantea
la psicopatía como una estrategia de vida, en la cual:
“… la
toma de riesgos, la búsqueda de sensaciones, la insensibilidad al castigo, la
promiscuidad, la manipulación, el engaño y la violencia produjeron una
reproducción exitosa en ambientes ancestrales. (…)
Es
decir, actuar impulsivamente en pos del refuerzo sin mirar los costos del
castigo, no sentirse afectado por las emociones negativas (especialmente si
afectan a otros), y no preocuparse por el bienestar de los demás son aspectos
del psicópata que se relacionan con estrategias de reproducción que funcionaron
bien en periodos prehistóricos y posiblemente en determinadas sociedades
contemporáneas.” (Garrido,2003)
De acuerdo con esta tesis, la
psicopatía se desarrolla como un modo de supervivencia totalmente egoísta, en
tiempo de caos, y donde no exista una sociedad organizada y pacífica. La
psicopatía sería como una personalidad adaptada a un medio apocalíptico, en
guerra o de extinción, y que no estaría acorde con los parámetros de la
sociedad moderna, por lo tanto, siempre chocará con ella, por ser minoría, y
por representar lo opuesto a la paz, la tranquilidad y el respeto por la
convivencia en sociedad. Así un psicópata representa a un personaje que mata a
muchas personas por una idea, sin sentir remordimiento, y su triunfo es haber
sobrevivido, una idea muy reproducida en los villanos de las historias, e
incluso de algunos héroes, donde se enaltece la personalidad psicópata.
A MODO DE SINTESIS
En síntesis, convivimos con
psicópatas, los hemos sufrido cuando alguno ha llegado al poder como Hitler y
Stalin, les tememos, pero en ocasiones los exaltamos. La sociedad los mira con
desconfianza y con odio, y ellos, odian a la sociedad y no sienten empatía con
ella.
Se puede decir que son un
tipo de persona inadaptada y de gran peligro, con unos rasgos muy
característicos, sin que todos lleguen a ser asesinos en serie, pues es un
rasgo que se desarrolla no en todos los psicópatas, quienes también tienden a
dedicarse a otros delitos, como las estafas, los hurtos, los secuestros, las
extorsiones, los delitos culposos, los de fraude, entre otros, teniendo en
cuentas sus rasgos particulares, como se dijo anteriormente, pues puede ser un
gran estafador, ya que tiene el don de la palabra, es mentiroso por excelencia
y tiende a engañar y estafar. Puede ser un asesino o un jefe de mafia, un
presidente de un país, o un gerente de una multinacional, y llegan hasta allá,
valiéndose de sus rasgos, egocentrismo, mentiras, intimidación y violencia.
Se puede predecir que tienen
la mayor tendencia a reincidir en actos criminales, por su falta de control de
sus impulsos, y a pesar de que existen tratamientos que pueden mejorar su
conducta, no existe un tratamiento científico que pueda garantizar una transformación
total. El psicópata tiene mayor riesgo de reincidencia de los delincuentes
sexuales, y pone en jaque la resocialización como fin de la pena.
Luego de que delinquen, a los
psicópatas se les debe perseguir y judicializar lo más pronto y eficazmente
posible, de lo contrario, la impunidad, aumentará el número de víctimas. Su
persecución los hace más peligrosos y su seguimiento noticioso, le alimenta el
ego, lo vuelve famoso y motiva a otros a imitarlo.
BIBLIOGRAFIA
Garrido, Vicente (2003)
Psicópatas y otros delincuentes violentos. Tirand lo blanch. Valencia.
Garrido, Vicente (2018)
Asesinos múltiples y otros depredadores sociales. Ariel.
Jiménez, Luis (1982)
Psicoanálisis criminal. Sexta edición. Ediciones Depalma. Buenos Aires.
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