¿QUE PASA EN LA MENTE DE LOS VIOLADORES?
Los
violadores son sin duda uno de los delincuentes más complicados de tratar, por la
gravedad de los hechos que realizan, y por la falta de tratamientos, que
permitan garantizar su no reincidencia. Hasta el momento, la psicología ha sido
muy útil en la perfilación de estos delincuentes, y en el estudio de sus
motivaciones y factores de riesgo, pero desafortunadamente son los casos más
problemáticos para la teoría de la resocialización del delincuente.
Según
expone el profesor Garrido (2003, páginas 206-207), las violaciones pueden ser
de tres tipos:
Violación colérica, que es la que se realiza como
producto de la ira, se realiza como un ataque de violencia por furia reprimida,
y busca hacerle daño a la víctima desde el punto de vista físico.
Violación por poder, que es la que realiza un
individuo, solo para poseer sexualmente a una mujer, por tanto, no tiene como
fin dañar a la víctima, sino solo tener la relación sexual, y si bien, la
somete a través de amenaza (extorción, presión, acoso) y puede utilizar la
fuerza solo si es absolutamente necesaria.
Violación sádica, que es la que combina las dos
anteriores, es decir, busca poseer sexualmente a la mujer, pero también
infringirle daño.
En
relación con la víctima, la violación colérica y la sádica, existe tendencia de
la víctima a denunciarla, pues al ser violentada físicamente, tiene suficientes
pruebas para sustentar su condición de víctima, en cambio en la violación por
poder, cuando no se presentan marcas de violencia, la víctima adquiere un
sentimiento de culpa trasmitido por el violador, y ella siente que pudo haber
hecho más o evitar la situación (Garrido, 2003).
También
se debe decir, que existen violadores en serie, es decir que convierten la
violación en una forma de vida, atacando a víctimas por causas como, el odio a
las mujeres, el machismo exacerbado y problemas de formación sexual, o la
dificultad para relacionarse con el sexo opuesto o con una persona en igualdad
de condiciones. Estos violadores seriales pueden atacar a las víctimas de forma
brutal, secuestrándolas o privándolas momentáneamente de la libertad,
amarrándolas o drogándolas, para luego ensañarse a la violencia y maltrato, y
en muchos casos termina en la muerte de la víctima (Garrido, 2003).
Otros,
violadores seriales solo son asaltantes, que cometen violaciones relámpagos,
asechan a la víctima, buscan el momento en que puedan estar vulnerables, la
someten y realizan el acto criminal (Garrido, 2003).
Garrido
(2003), menciona que el 50% de las violaciones las realizan los conocidos de
las víctimas, en parte familiares, pero hace énfasis en dos situaciones
principales, y son, la primera entre personas que están saliendo como parejas,
y en medio de la relación se presenta una violación, y ello es muy
trascendente, pues por un lado poco se denuncia, pues es difícil denunciar la
violación por parte de una persona con la cuál estas saliendo o tienes una
relación afectiva, y segundo, porque se revela que del 20 al 15% de las
estudiantes han sido víctimas de este tipo de violación. La otra situación se
trata de las violaciones entre esposos, donde también hay un alto porcentaje de
impunidad.
En
todo caso, el objetivo que busco abordar en este aparte, es qué tienen los
violadores en la cabeza, y Garrido (2012) menciona que “los violadores presentan
personalidades anormales, incluyendo tendencias psicopáticas, distorsiones
cognitivas y actitudes sádicas.
Los
pedófilos por ejemplo, son personas “incapaces de establecer relaciones
genuinas y satisfactorias con los demás, con una autoestima baja y con pobres
habilidades de relación, así, como un deficiente autocontrol” (Garrido, 2012.
Pág. 230) también se menciona, que ellos se ven a sí mismos como resentidos,
aislados y con menos capacidad para relacionarse con su circulo social y tomar
decisiones adecuadas ante problemas (Garrido,2012. Pag. 230).
Cuando
los pedófilos son familia o cercanos de la víctima, la amenazan con inculparles
frente a sus padres o amigos, y cuando son profesores, monitores o sacerdotes,
el abuso se disfraza con afecto o interés, y el abuso puede prolongarse durante
años (Garrido, 2012. Pág. 230)
Los
abusadores sexuales, siguen un ciclo que se ha denominado el ciclo del abuso
sexual, que son los acontecimientos cognitivos y comportamentales que suceden
antes, durante y después del abuso sexual.
Cabe
resaltar entre varios modelos de ciclo de abuso las siguientes situaciones:
1)
No se trata de un acto impulsivo, el abuso es un acto planificado
previamente.
2)
Es un patrón aprendido disfuncional para hacer frente a los
problemas, por lo tanto disminuye el autocontrol y las habilidades de
afrontamiento. Suelen presentarse experiencias negativas que causan tristeza,
depresión o ansiedad.
3)
El abuso es un acto que alivia la ansiedad y el malestar sufrido
por el abusador, por sentimientos de desesperanza o falta de control asociados
a estímulos provocadores previos al delito.
4)
Se reafirma con la fantasía sexual del criminal, y entre más
aumenta la excitación, aumenta el impulso al abuso sexual.
5)
Una vez realizado el acto, se producen efectos adictivos.
6)
En algunos casos, después de realizar el acto, puede experimentar
sentimientos de culpa, y teme que lo atrapen.
7)
Se presentan distorsiones cognitivas que racionalizan el hecho y
lo justifican para el delincuente.
Menciona Garrido
(2012. Pág. 221) hay un ciclo de violencia sexual y un ciclo de abuso sexual,
pero que “los factores más relevantes son los mismos, existiendo diferencias en
el contenido específico de las fantasías y las conductas negativas, así como en
el contenido de las distorsiones cognitivas. Por ejemplo, el ciclo del abuso
sexual se vincula como es lógico, con pensamientos (fantasías) y conductas
sexuales, mientras el ciclo de la violencia, se relaciona con temas referidos
al poder, control y a las fantasía y conductas agresivas. Sin duda ambos tipos
de ciclos pueden darse de forma combinada.”
En
el caso de los abusadores sexuales, la falta de empatía se traduce en la
distorsión del dolor de la víctima, y la justificación de sus actos:
“Esta incapacidad para sentir el dolor de sus
víctimas les permite decirse mentiras que estimula su crimen. En el caso de los
violadores, las mentiras incluyen, entre otras, “las mujeres realmente quieren
ser violadas”, o “si ella se resiste, lo que hace es esforzarse por acabar”; en
el caso de los abusadores de niños, las mentiras pueden ser: “No estoy
haciéndole daño a la criatura, solo mostrándole amor”, o “esto solo es otra
forma de afecto”; en el caso de los padres que maltratan físicamente a sus
hijos, “esto solo es disciplina”. Todas estas autojustificaciones están
extraídas de lo que las personas tratadas por estos problemas dicen haberse
dicho mientras agredían brutalmente a sus víctimas o se preparaban para
hacerlo.” (Goleman, 2023. pág. 134)
En
el caso de los abusadores sexuales, Goleman (2023. Pág. 134), explica el ciclo
de la violencia y los problemas de tipo psicológico que enfrenta el delincuente
al realizar su crimen:
“El ciclo comienza cuando el abusador se siente
perturbado: furioso, deprimido, solitario. Estos sentimientos podrían ser
activados, por ejemplo, al ver parejas felices en la televisión y a
continuación sentirse deprimido por estar solo. Entonces el abusador busca
solaz en su fantasía favorita, que suele ser la de una calidad amistad con un
niño; la fantasía se convierte en una fantasía sexual y termina en
masturbación. Posteriormente, el abusador siente un alivio pasajero de
tristeza, pero ese alivio es fugaz; la depresión y el sentimiento de soledad
vuelven, aun más acentuados. El abusador empieza a pensar en convertir la
fantasía en realidad, dándose justificaciones como: “No estoy causando ningún
daño real si el chico no resulta dañado físicamente” y “Si un niño no quisiera
realmente tener una relación sexual conmigo, podría evitarlo”.
En este punto, el abusadore ve a la criatura a
través de la lente de la fantasía perversa, y sin empatía por lo que un niño
real sentiría en esa situación. Ese desapego emocional caracteriza todo lo que
sigue, desde el consiguiente plan para encontrar a la criatura a solas, hasta
el cuidadoso ensayo de lo que sucederá, y luego la ejecución del plan. Todo
esto es perseguido como si la criatura en cuestión no tuviera sentimientos
propios; en lugar de eso, en su fantasía el abusador imagina la actitud cooperativa
de aquella y no tiene en cuenta sus sentimientos de repulsión, temor y
disgusto. Si estos se manifestaran, las cosas quedarían arruinadas para el
abusador.” (Goleman, 2023. Pags. 134-135)
Tenemos entonces
que los abusadores y violadores, al momento de iniciar el ciclo, sufren un hecho
o un evento que detona los pensamientos anómalos, que a su vez generan las fantasías
sexuales también anómalas. Estas situaciones generan a su vez, justificaciones
o pensamientos anormales que anulan el autocontrol, (yo y super yo) e impulsan
al individuo hacía el abuso o violación.
En este orden de
ideas, encontramos siempre un hecho generador, motivador o que desencadena una
serie de pensamientos anómalos, que afectan el desarrollo sexual del individuo,
y se habla así del concepto de perturbación, para explicar la interrupción de
ese normal desarrollo. Garrido (2012. Pág. 217) explica desde la perspectiva
del desarrollo infantil, “una perturbación es el resultado de un hecho traumático
como la ruptura del proceso de apego, y cualquier otra forma de maltrato
(físico, sexual y emocional).”
Por ejemplo, si
un niño es víctima de abuso, se genera un hecho traumático que produce “una
perturbación en el desarrollo psicosexual, cognitivo y social del niño, a través
del daño hecho a la relación de apego con los padres y la inhibición de las
interacciones con los compañeros.” (Garrido 2012. Pag. 217).
Así en el mismo
orden de ideas, el maltrato del niño por parte de su madre, puede generar reacciones
misóginas, que en un futuro podrían provocar una agresión o una violación a una
mujer.
Igualmente, la depresión
causada por no saber relacionarse con personas del sexo opuesto o con otras
personas, y imposibilidad de entablar una relación en igualdad de condiciones,
el ser sometido a rechazos o humillaciones por problemas en la comunicación, van
generando una rabia y un enojo que pueden desencadenar agresiones sexuales,
precisamente, pues esas depresiones generan pensamientos como “me las van a
pagar”, “ella quiere que la violen, por qué yo no puedo”, “por qué acepta a
otros, menos a mí”. Son esos pensamientos anómalos los que justifican los actos
criminales posteriores en un ciclo de violencia o abuso sexual.
BIBLIOGRAFÍA
Garrido,
Vicente (2003) Psicópatas y otros delincuentes violentos. Tirand lo blanch.
Valencia.
Garrido,
Vicente (2018) Asesinos múltiples y otros depredadores sociales. Ariel.
Goleman,
Daniel (2023) la inteligencia emocional. Penguin Random House Grupo Editorial.
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