martes, 20 de septiembre de 2016

LA ECONOMÍA COLOMBIANA UN PROBLEMA EN RIESGO NO RESUELTO.

Por: Jorge Arturo Abello Gual.

Los informes sobre la situación económica en Colombia generan  mucha preocupación en todas las autoridades que tienen que manejar la economía del país. Los problemas que se avizoran como el bajo nivel de crecimiento, el riesgo en el aumento de la inflación, el riesgo para el apalancamiento de la deuda externa, la crisis del sector petrolero, la devaluación del dólar,  la reforma tributaria, el aumento de las tasas de interés, el recorte del presupuesto son factores que generan grandes riesgos para la estabilidad económica del país.

De acuerdo con las reglas económicas, cuando la inflación se presenta se deben aumentar las tasas de interés para desestimular el consumo –especialmente el consumo a crédito-, e incentivar el ahorro. Pero ello tiene un problema, un aumento exagerado de las tasas de interés, puede generar una disminución peligrosa del crecimiento de la economía, porque las personas dejan de consumir, y las empresas no tienen a quién vender; el efecto positivo de ello, es que las empresas deben bajar los precios y así se disminuye la inflación; pero el riesgo es que las empresas disminuyan sus utilidades o incluso funciones a pérdida, y ello motiva los despidos e incluso el cierre de las empresas. En la actual situación colombiana, los bajos niveles de crecimiento que ha mostrado la economía (menos del 3% proyectado por el gobierno) tienen un fuerte impacto, en el empleo, en el recaudo de tributos y en el crecimiento en general de la industria. Si el desempleo sigue aumentando (9,1%), las cifras de la delincuencia comenzarán a aumentar también, juntos con los indicadores de pobreza e inseguridad.

Por otra parte, el Gobierno Nacional ha aumentado su deuda externa, y ello implica mayor movimiento de dinero en la economía. La situación es compleja porque los grandes gastos en planes asistenciales y en obras de infraestructura, generan inflación, pero en el caso de los planes asistenciales, al no significar productividad, la economía no crece, sino solo genera inflación. En últimas, encuba una crisis similar a la de Venezuela por el exceso de asistencialismo y bienestar, sin generación de empleos, y de industria. El Estado termina siendo el mayor empleador, sin que el recaudo de impuestos sea suficiente para mantener el asistencialismo.

Por otra parte, la crisis del petróleo fue generada por los bajos precios del mercado internacional, que fue producida por un exceso de oferta de parte de los países productores del crudo en el mercado internacional. Las bajas del precio originaron un problema con la quiebra de empresas, disminución de recaudo de impuestos, desestimulo para las exploraciones, disminución de las reservas y una posible crisis de desabastesimiento de petróleo en algunos años para Colombia. A pesar de que los precios del petróleo son bajos, el precio de la gasolina nacional que se consume en el territorio colombiano no baja, y el abuso en las sobretasas para recuperar los impuestos dejados de percibir, presionan a los transportadores y a la industria en general con sobreprecios. El paro camionero es un resultado del mal manejo de los precios de la gasolina en el territorio nacional, y de la trasferencia de los costos al consumidor, pues en últimas es quién tiene que pagar los sobrecostos. Igualmente, las empresas que no se adaptan a los sobrecostos del transporte terminarán arrojando pérdidas, lo mismo que los pequeños productores y vendedores que tendrán que recibir menos ganancias al punto de quebrar, por no poder competir. Este escenario es un caldo de cultivo para la delincuencia en el sector privado, porque se presenta la competencia desleal, las prácticas monopolísticas, las lesiones enormes, las ventas simuladas, los hurtos, las usuras y demás prácticas desleales y delincuenciales, que realizan los comerciantes para poder sobrevivir en condiciones adversas.

En el campo público, el Estado invierte en obras de infraestructura, y para ello comienzan los procesos de contratación. En la actualidad más del 90% de la contratación se hace de forma directa, o a través de licitaciones amañadas. La contratación se restringe a unos cuantos grupos económicos, y la administración pública se inunda de corrupción. Una parte de dicha corrupción se genera en las elecciones, donde algunos grupos económicos financian las campañas políticas de los futuros gobernantes y luego estos le retribuyen a través de la contratación o favores en servicios públicos. Los costos de las campañas son superiores a los ingresos de los funcionarios públicos durante todo su periodo de elección, así que la contratación y la corrupción es la respuesta a que la gente aspire a un cargo de elección popular. Los dineros de la corrupción en la administración pública, se concentran en unos pocos y muchas veces se acude al lavado de activo, pero en otras ocasiones nunca reingresa a la economía como ocurrió en el caso del Carrusel de la contratación en Bogotá. De esta forma, los recursos que se captan a través de los impuestos, que disminuyen el dinero circulante, solo se invierte aproximadamente el 50% en la economía, el resto se va con los corruptos, y una gran parte de ellos, se sale del país y tampoco genera impuestos.

Si el Estado aumenta los impuestos para seguir financiando como ya se dijo los planes de asistencia social y especialmente el pos conflicto, la economía se seguirá comprimiendo, y entraremos en una grave crisis económica.

El descalabro de las bolsas de valores por el caso de Interbolsa, genera que las empresas no tengan una forma alternativa de ganar más rendimientos a sus ganancias operativas, lo cual hace que las industrias dejen a un lado el mercado bursátil, y se dediquen a producir, pero si el mercado y el crecimiento disminuyen –debido a las altas tasas de interés por ejemplo-, y las personas bajan su nivel de compra, las industrias no podrán reportar buenas utilidades, lo cual repercute también en el recaudo de impuestos. El aumento de las tasas de interés, le genera un poco de mayor utilidad a las empresas en sus rendimientos financieros, pero nunca será mayor a los rendimientos que les produciría el mercado bursátil. Los bancos podrán captar mayor dinero de sus clientes por el aumento de las tasas de interés, pero tendrán una disminución en el número de créditos otorgados porque la gente evitará adquirir deudas con tasas de interés muy altas, y a su vez tendrán que pagar más intereses a sus clientes. En síntesis, la inversión de las empresas y de las personas se frena también por la alza de las tasas de interés.

La devaluación del dólar genera que las importaciones se disminuyan, lo que origina mayor inflación por la falta de productos importados. La devaluación también genera exceso de ganancias a los exportadores, pero igualmente genera otro elemento adverso, pues si los bancos internos tienen tasas de interés altas, las opciones de acudir a bancos extranjeros con tasas de interés más bajas no es una opción por el problema de devaluación del peso respecto del dólar. Así las cosas, con la devaluación del dólar no solo se aumenta la inflación, sino que se restringe la posibilidad de financiar inversiones, en últimas, las empresas están produciendo con lo que tienen, y su posibilidad de crecer, se limita a sus propios recursos, pues no es momento de hacer préstamos.

Y con todo ello que ya es dramático, se van a aumentar los tributos, con un problema adicional, cada vez que el Estado colombiano crea un tributo, no mejora su nivel de recaudo, sino que aumenta la deuda fiscal, porque con base en el presupuesto de ingresos, se proyecta un presupuesto de gastos, y ello crea un desbalance a priori, porque nunca se recauda lo que se proyecta, pero en cambio, siempre se gasta lo que se proyecta, y en consecuencia, la reforma tributaria en últimas va a comprimir más la economía, va a aumentar la deuda fiscal, y va a impedir el crecimiento.


La legislación y las políticas gubernamentales deben cambiar su enfoque asistencialista y populista, no podemos seguir los pasos de Venezuela para buscar una masa de votantes fieles y ciegos. La legislación debe ir dirigida en estos tiempos a solucionar problemas de forma estructural como la salud, que tiene recursos pero que padece de iliquidez e ineficiencia, por causa de la corrupción y las malas prácticas administrativas. La ley debe estimular proyectos para estimular la producción y la generación de empleo. Ya basta de dar subsidios como limosna, es necesario que no le den al pescador el pescado, sino que le den la caña para pescar. Es necesario incentivar la producción a través de la capacitación y el apoyo crediticio para la creación de nuevas empresas y desarrollo de negocios nuevos. En estos momentos de crisis, es preferible que el Gobierno debe promover junto con las universidades públicas y privadas, los programas de educación profesional, técnica y tecnológica a través de becas o créditos, pero no como los del ICETEX. Las gobernaciones deben estimular la llegada de la capacitación técnica al área rural; y los municipios y distritos deben promover programas profesionales y postgrados que fomenten programas de emprendimiento. Junto con ello, es necesario crear líneas de créditos especiales para que toda la capacitación que reciban las personas, puedan convertirse en realidad y en proyectos productivos. 


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